¡Oh hijo de mis entrañas, oh hijo muy querido, morirás por mano de tus enemigos, abandonando a tu mísera madre! La nobleza de tu padre, fuente de salvación para otros, es causa de tu muerte, y su valor te es funesto. ¡Oh griegos, autores de bárbaros males!, ¿Por qué matar a mi niño inocente? Sea pues, llévenlo, precipítenlo, si quieren; devoren sus carnes; mátannos los dioses, y no podremos librar a mi hijo de la muerte. Oculten mi cuerpo miserable y llévenme a la nave. ¡Feliz matrimonio el mío, perdiendo antes a mi hijo!
Eurípides. Las Troyanas.
Despedida de Héctor y Andrómaca. Johann Heinrich Wilhelm Tischbein |
Andrómaca es uno de los personajes por los que siento más simpatía. Hija del rey de Tebas, esposa de Héctor, perdió a toda su familia durante la guerra de Troya. Repasemos: su padre y sus siete hermanos - varones - cayeron a manos de Aquiles. Su madre se quitó la vida después de eso. Ya sabemos que Aquiles acabó con Héctor en combate singular, y que Astianacte sería arrojado al vacío desde las murallas de la desdichada Troya. Reducida, como el resto de mujeres de la ciudad, a la condición de esclava, Andrómaca acabó siendo la concubina de Neoptólemo, hijo de Aquiles. Después del asesinato de Neoptólemo, con el que tuvo tres hijos, Andrómaca se casaría con Heleno, hermano de Héctor que también había sido esclavo de Pirro. Parece que al final de su infeliz existencia, Andrómaca encontró algo de consuelo. No es de extrañar la atención que tanto desde las artes plásticas como desde las escénicas ha generado la viuda del más conocido de los héroes troyanos.
Entre las obras musicales dedicadas a Andrómaca, se encuentra una pieza que Samuel Barber escribió para soprano y orquesta, basándose en Las Troyanas de Eurípides: Andromache's Farewell. Fue estrenada en la temporada 1962-1963 de la Filarmónica de Nueva York. La solista fue Martina Arroyo; Thomas Schippers dirigía. Barber no parece haber pensado en expandir la pieza en una ópera entera, aunque una versión coreografiada se estrenaría en 1982. En las notas del programa, Barber nos describe la escena:
Escena: un espacio abierto frente a Troya, que acaba de ser tomada por los griegos. Todos los hombres troyanos han muerto o han huído y las mujeres y niños son cautivos. Cada mujer troyana ha sido asignada a un guerrero griego y los barcos están listos para llevarlos al exilio. Andrómaca, viuda de Héctor, príncipe de Troya, ha sido entregada como esclava-esposa al hijo de Aquiles. Acaban de decirle que no puede llevar a su hijo consigo. Pues ha sido decretado por los griegos que el hijo del héroe no debe vivir y será arrojado desde las murallas de Troya... Andrómaca le dice adiós.
El texto de Eurípides fue de nuevo traducido al inglés expresamente para Barber. El responsable de esa nueva traducción era el poeta contemporáneo John Patrick Creagh. Para un texto tan corto y una composición que no va más allá de los doce minutos, fueron días de duro trabajo con Barber para hacer casar palabras y música. Paralelamente y después de las audiciones para el papel de Andrómaca, Schippers recomendó a Martina Arroyo. Sobre la composición, la soprano diría: Sin el dramatismo, la pieza no es nada... La misma voz debe cantar tierna, bella, hablando directamente a un niño pequeño, y, al cabo de un instante, maldecir a Helena, sosteniendo el impacto dramático ante la orquesta entera (...). Ser capaz de ir de un piano a un forte sin perder el control, y hacerlo sin sacrificar la belleza, es algo difícil para un cantante... y creo que el señor Barber se preocupaba mucho por la belleza. Barber y la soprano solían trabajar intensamente en los ensayos, discutiendo los aspectos psicológicos de la composición y cómo trasladarlos a la interpretación. Barber se preocupó incluso del vestuario que Arroyo debía lucir durante el concierto, si bien prefería una interiorización del drama. Arroyo, como Andrómaca, no debía gesticular sino enfatizar el drama mediante su voz. Escuchemos a Arroyo y a Schippers en El adiós de Andrómaca:
Andromache's Farewell se estrenó en abril de 1963, en un programa que incluía también las Variaciones sobre un tema de Frank Bridge de Britten y la Segunda Sinfonía de Sibelius. La pieza de Barber precedía al intermedio y recibió una calurosa ovación. El compositor tuvo que salir a saludar varias veces después del estreno. Las críticas fueron positivas en general, si bien hubo quien se burló de la "falta de personalidad" y el "convencionalismo" de la pieza. No obstante, las crónicas de la época también recogen el "genuino entusiasmo" del público ante esta composición que muchos consideran como un precedente de la posterior Antonio y Cleopatra, la ópera que escribiría para la inauguración del Nuevo Met.
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