lunes, 21 de enero de 2008

Argenta, cincuenta años

Hay cosas que, desgraciadamente, jamás llegaremos a saber. Hace exactamente cincuenta años, moría en circunstancias bastante trágicas e inesperadas el que sin duda habría estado llamado a ser el más grande director de orquesta español, y que tal vez lo sea realmente, Ataúlfo Argenta. Dejó el mundo a los cuarenta y cuatro años, edad temprana y más aún para un miembro de esa peculiar especie de los directores de orquesta que, curiosamente, gozan por lo general de una longevidad (y de una vida laboral) vetada al resto de los mortales. Murió en pleno éxito, a las puertas de una fama aún mayor. No diré, como sí ha hecho su hijo Fernando (presentador de radio y televisión, concretamente de dos espacios dedicados a la difusión de la música clásica, ya sabéis, El Conciertazo y Clásicos Populares...) que hubiera sido más grande que Karajan. Es algo que no se puede saber, y, por lo demás, Der Gott llevaba unas cuantas décadas de ventaja. Pero sí creo que se hubiera hecho un hueco entre los grandes, y quién sabe si nuestro panorama sinfónico actual sería diferente de haber vivido el director de Castro Urdiales. No, hay cosas que nunca sabremos, desgraciadamente. Quedan sus grabaciones sonoras, nada o casi nada de material filmado, y en fin, la tragedia de una carrera que se prometía brillante truncada demasiado pronto. No quería terminar el día sin un pequeño y humilde recuerdo de este triste aniversario (lo que podéis escuchar al principio de la entrada es la Danza del Fuego perteneciente a la grabación completa de El Amor Brujo que Argenta realizó en enero de 1951 en el Theatre des Champs-Elysées, con la Orchestre de la Societé des Concerts du Conservatoire)

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