El argumento.
ACTO I. Nos encontramos en la Roma del siglo XIV. La ciudad ha sido abandonada por el Papa y se encuentra dividida en dos facciones: la de los Orsini y la de los Colonna. Cuando se alza el telón nos encontramos con una escena nocturna: frente a la casa de Rienzi, los Orsini se disponen a raptar a la hermana de éste, Irene. La joven pide auxilio y pone toda la resistencia de la que es capaz, pero en vano. Por suerte para ella irrumpen en escena los Colonna, que al ver a sus enemigos desenvainan y se lanzan contra ellos, en principio más por estropearles los planes que por salvar a la doncella en apuros. Pero tras los suyos llega Adriano di Colonna - papel para mezzosoprano en travestí -, que reconoce a su amada Irene de inmediato. El joven se une a la lucha sustrayendo a Irene de las manos de los Orsini. Su gesto le vale la felicitación de Steffano Colonna, su padre. Pero los Orsini no se arredran y el combate se reaviva: ni siquiera la aparición del legado papal sirve para que unos y otros dejen la lucha. Es más, el cardenal no es tomado en serio por ninguna de las dos facciones, que lo mandan a ocuparse de sus asuntos. Rienzi hace su entrada y todos se detienen: el pueblo le abre paso con respeto, los nobles contemplan con estupefacción su influencia sobre los romanos. Tras un encendido discurso del recién llegado sobre las pasadas grandezas y actuales miserias de la Ciudad Eterna, los Orsini y los Colonna deciden aplazar el enfrentamiento para la mañana siguiente, a las puertas de Roma. Desaparecidos los nobles de escena, el pueblo suplica a Rienzi que lo salve de la esclavitud. Rienzi decide que, dado que las dos facciones estarán ausentes de la ciudad al día siguiente, es hora de empezar una rebelión que devuelva el poder al pueblo. Una vez a solas con su hermana y Adriano, se asombra de que un Colonna haya defendido a Irene. Sobre todo porque fue un miembro de esa familia quien acabó con el hermano de Rienzi, un pobre muchacho inocente. Desde aquel momento, había jurado venganza. Pero está dispuesto a perdonar si Adriano se une a los plebeyos. El joven así lo hace y Rienzi le confía a Irene. La rebelión estalla y Rienzi, que cuenta con el apoyo del pueblo y de la Iglesia, es aclamado por los romanos, que le ofrecen la corona. Rienzi la rechaza, y, tras decir a los romanos que deben permanecer libres, acaba pidiendo en cambio el título de Tribuno del Pueblo.
ACTO II. En una sala del Capitolio, Rienzi celebra una fastuosa recepción. La paz parece haber vuelto a Roma, pero bajo la superficie los nobles preparan la muerte del tribuno. En efecto, tanto los Colonna como los Orsini han decidido unir fuerzas para eliminarlo, aunque finjan sumisión. Orsini y Colonna acuerdan apuñalar a Rienzi ese mismo día y apoderarse de la ciudad. Adriano escucha la conversación y queda horrorizado, debatiéndose entre dos lealtades distintas: la que debe a su padre y a su familia y la que debe al hermano de Irene, cuyas ideas ha adoptado. Colonna reta a su hijo a que le denuncie y reniega de él. Adriano se aleja, atormentado. Mientras tanto, Rienzi recibe a los embajadores, momento en el que se inserta el ballet. Adriano advierte al tribuno de que uno de los nobles quiere matarlo, pero no revela nombres. Rienzi parece tranquilo: su cota de malla lo protegerá. Y así sucede: terminada la danza, Orsini intenta clavar su puñal en el pecho del tribuno, sin éxito. La guardia ocupa la sala y los nobles son condenados a muerte. Adriano exige, y después suplica, que se indulte a su padre. Irene se une a sus ruegos. Rienzi consiente, mientras el pueblo lo aclama. Pero los nobles se sienten aún más humillados por la exhibición de magnanimidad y, de nuevo, traman vengarse.
ACTO III. El Foro. Los nobles han reunido un ejército y marchan sobre Roma. Rienzi, que ha vuelto a alzar al pueblo en armas, se dirige contra ellos. Adriano se ofrece a ir al campamento para ofrecerse como rehén y evitar la guerra, pero Rienzi no le escucha. El joven Colonna se lamenta de su destino mientras, retenido por una desesperada Irene, escucha a lo lejos el fragor de la batalla. Rienzi vuelve a entrar en la ciudad como vencedor. Los cadáveres de Colonna y Orsini son traídos al foro. Arrojándose sobre el cuerpo de su padre, Adriano maldice a Rienzi y jura venganza por la aniquilación de su familia. Rienzi, en medio de las aclamaciones, desprecia al joven y se incorpora al cortejo triunfal.
ACTO IV. Junto a la Basílica de San Juan de Letrán. Rienzi ha ido perdiendo el apoyo del pueblo y de la Iglesia, así como del Emperador, que no soporta su altanería. Convencidos de que Rienzi los lleva al desastre, todos deciden eliminarlo. El brazo ejecutor, naturalmente, sería Adriano di Colonna, que confía así en aplacar el espíritu de su padre. El tribuno debe llegar hasta San Juan para celebrar un Te Deum por la victoria contra los nobles y ese será el momento en el que los conjurados le darán muerte. Pero Rienzi aparece acompañado por su hermana. Adriano no se atreve a descargar el golpe en presencia de Irene, y así el cortejo se aproxima a la basílica, de la que salen cánticos que no son precisamente un Te Deum. Cuando Rienzi pone el pie en la escalinata, Raimondo sale del templo e impide su entrada: está excomulgado, y con él todos los que le sean fieles. Desbandada general. Sólo un aturdido Rienzi, Irene y Adriano quedan en escena, mientras los cánticos siguen sonando. Adriano se acerca a Irene e intenta llevársela de allí, pero ella lo rechaza y acude junto a su hermano.
Allmächt'ger Vater, blick herab!, la plegaria del Acto V, aquí interpretada por Windgassen
ACTO V. Una sala del Capitolio. Solo, Rienzi entona una plegaria - que se convertiría en otro de los fragmentos más conocidos de la ópera -; Irene entra durante la oración y contempla conmovida a su hermano. Rienzi la abraza: todos lo han abandonado menos ella, pero quiere que se salve y busque la seguridad junto a Adriano. Sabe que el odio del joven se dirige sólo contra él, no contra su estirpe. Pero Irene no quiere oír hablar del asunto: prefiere ser leal a Rienzi, aunque para ello tenga que renunciar al amor, o incluso a la propia existencia. En el exterior, el edificio está cada vez más cercado y el edificio es incendiado. Poco después llega Adriano, disfrazado, pero Irene no quiere irse con él y lo desprecia. Aun así, Adriano dice que la salvará, aunque sea a través de las llamas. Rienzi y su hermana aparecen, abrazados, en el balcón del Capitolio, mientras el fuego los atrapa y el pueblo les arroja piedras. En la versión original, Rienzi maldecía a los romanos, algo que Wagner suavizó en posteriores revisiones. Adriano y unos cuantos hombres a caballo aparecen y dispersan a la multitud. Él intenta llegar hasta Irene para rescatarla, pero el edificio se derrumba, sepultando a los hermanos y al joven Colonna.
En cuanto a la discografía, podéis consultarla
en este enlace. Algunas de esas grabaciones están disponibles en Spotify... y otras, en diversos sitios. Si se está interesado en Rienzi, de todas maneras, es mejor empezar por la más completa posible, que, como decía más arriba, es la de
Downes. Los intérpretes no serán de primera clase, pero tras la edición crítica de 1976 es probablemente lo más parecido a una integral que tendremos jamás. Os dejo con un par de críticas aparecidas en la prensa digital -
esta y
esta - de las representaciones del Teatro Real y recordándoos que el día 24, es decir, mañana, podréis seguir la retransmisión de
Rienzi en Radio Clásica.