Viva la música; hoy martes la Filarmónica de Nueva York bajo la batuta de Lorin Maazel ha actuado en la capital de Corea del Norte, ya sabéis, ese país que, según Bush, es una amenaza para la seguridad mundial, miembro destacado de esa zona bombardeable que llaman el "Eje del Mal (la pobre Corea del Norte bastante tiene con lo que tiene, es decir, una dictadura), etc, etc, etc. Atención al programa porque en él se interpretaron los himnos de Corea del Norte y de los malos malísimos (desde el punto de vista de su gobernante, claro) Estados Unidos de América. Seguidos, eso sí, de un poco de Wagner (Preludio al Acto III de Lohengrin), un poco de Dvorak (Sinfonía nº 9) y un poco de Gershwin (Un americano en París). Programa americanísimo en pleno Eje del Mal (Bush dixit). Menos bombas y más música, esto es lo que hace falta (lástima que nadie vaya a molestarse en el cambio...).
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