David Belasco fue inspirador último de dos óperas puccinianas: Madama Butterfly y La Fanciulla del West. En 1900, Giacomo Puccini (que se encontraba en Inglaterra supervisando unas representaciones de Tosca) habría asistido en Londres a una representación del drama japonés de Belasco. Como le había sucedido con Sardou y su representación de La Tosca en francés, Puccini no entendió ni una palabra de cuantas Butterfly, Suzuki, el cónsul o Kate (ahora sí) Pinkerton pronunciaban, pero lo que vio le bastó para comprender el argumento y conmoverse hasta las lágrimas. Terminada la función, se abalanzó hacia los camerinos y, arrojándose al cuello de Belasco, le pidió que le dejara utilizar su Butterfly para crear "la ópera más conmovedora que haya existido jamás". Belasco accedió, y la historia se repetiría años más tarde con La Fanciulla del West. David Belasco había introducido un cambio esencial en la historia: Butterfly moría. No había nada que detuviera su mano al final del drama. Su obra teatral comienza justo en lo que corresponde al Acto II de Madama Butterfly: cuando se alza el telón, nos encontramos a Suzuki y a su señora que discuten sobre los pocos recursos que les quedan tras la marcha de Pinkerton. Aparece Sharpless con la carta y ya conocemos el resto; únicamente hay algún cambio en el nombre de los personajes: Goro se ha transformado en Nakodo. Belasco, nacido en San Francisco en 1853, hijo de judíos sefardíes que se habían trasladado allí desde Londres poco tiempo antes, era conocido por las innovaciones que incorporaba a las puestas en escena de sus dramas. Solía utilizar esencias en determinadas escenas, que se extendían entre el público mediante los conductos de ventilación del teatro, o bien situaba una cocina real en escena, y los actores tenían que cocinar de verdad durante el drama. En el caso de Butterfly, por ejemplo, se hizo famosa una escena muda que duraba catorce minutos y que mostraba a la protagonista contemplando el mar, de espaldas al público, contemplando una panorámica de la bahía de Nagasaki, mientras las luces cambiantes marcaban el paso del tiempo. Sus escritos estaban llenos de anotaciones con precisiones sobre el vestuario, la iluminación o el color de la escenografía (que llegaba a combinar con el cabello o el vestido de sus actores), amén de poner cuidado en que sus teatros estuvieran dotados de la última tecnología en cuanto a maquinaria escénica. Lógicamente no todos los edificios estaban preparados para ello, así que, con el éxito, Belasco creó su propia "cadena" de teatros. Uno de ellos es el Teatro Belasco de Broadway (construido en 1907), por el que, según dicen, merodea el fantasma del dramaturgo.
2 comentarios:
Querida Nina: Gracias por dedicar esta serie a Madama Butterfly, es excelente. Además me ha causado una enorme curiosidad, porque... ¿Quieres creer que es la ópera que he estado escuchando estos días? Concretamente a una Tebaldi que no me acaba de convencer con un Bergonzi galáctico. Y digo lo de Tebaldi porque le falta dulzura cuando es niña, y tiene excesivo mordiente cuando deja de serlo. Aunque es una de las grandes creadoras de Cio Cio San en esta grabación en concreto para DECCA no me mola tanto. Y lo más curioso es que Butterfly no es una de mis óperas favoritas, eso desde luego, como sabes Puccini no me vuelve loco, y dentro de Puccini Butterfly me causa algunas incertidumbres, sobre todo dramáticas (me parece que todo transcurre demasiado "deprisa"). Así que es curioso que tú le dediques el mes al mismo tiempo que yo le estoy dedicando esta semana jajajaja encima siendo una ópera que sí, pero no, aunque quizás, pero tal vez jajajajaja.
Un beso!
La verdad es que Madama Butterfly tampoco es de mis favoritas de Puccini, compositor que últimamente me va gustando cada vez menos... Y todo por las razones contrarias a las que dices tú. Madama Butterfly se me hace lenta, lentísima, sobre todo el dúo con Sharpless, se me hace eterno, por no hablar del dúo del Acto I con Pinkerton.
En cuanto a las grabaciones, a mí la que más me gusta es la de Scotto en EMI... Luego... Pues Callas, Tebaldi y De los Ángeles tienen cosas interesantes, pero no le llegan a la misma altura (en mi opinión, claro). Yo con la Scotto tengo una relación rara, a veces la adoro y a veces no puedo soportarla, según grabaciones.
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