La creación de Madama Butterfly se vio afectada por el fanatismo de Puccini respecto al texto original de Belasco. Puccini llegó incluso a pensar en tomar directamente el drama, con sólo ligeros retoques. Aunque llegó a leer la novela de Long (y se supone que también conocería el texto de Loti, aunque fuera a través de la ópera basada en él y de su autor, Messager), dejó claro desde un primer momento que sólo se basaría en el drama de David Belasco. Planteó Madama Butterfly en un acto único, separado en dos escenas por un largo intermedio musical (catorce minutos, como en la ya célebre escena de Belasco) en el que Cio-Cio-San esperaba a su esposo con su hijo en brazos. Como de costumbre, Puccini se implicó (¿o podríamos decir que se inmiscuyó?) en el trabajo de sus libretistas, pero no tanto como solía hacerlo. La idea de un acto desarrollado en la Embajada Americana, en el que Cio-Cio-San pedía noticias de su marido, fue descartada, y el drama se concentró en la pequeña casa de Butterfly frente a la bahía de Nagasaki. El libreto, según el compositor, "es magnífico. Se ha logrado una pieza espléndida, de teatralidad única". Finalmente, Puccini aceptaría los dos actos, pero se negó a una nueva división entre la espera de Butterfly y el retorno de Pinkerton. Además, se opuso a que éste cantara un aria después del suicidio de Butterfly, como sugería Giacosa.
Otras cosas estorbaron a Puccini durante la creación de la ópera, que se prolongará dos años. Una de ellas, un accidente de automóvil (Puccini era muy aficionado a los coches y además nada prudente al volante) del que saldrá herido (y gritando "¡Pobre Butterfly!"): una pierna rota que le ocasionará no pocas molestias. Las "otras cosas" son las aventuras sentimentales del compositor, que se dividía en esta época entre Elvira Bonturi Gemignani, la mujer con la que convivía y con la que había tenido un hijo, y otras como una cierta Corinna del Piamonte, que exigía que el compositor volviera a su lado y no aceptaba un "no" por respuesta (ni compensación económica). Finalmente se casaría con Elvira, casi "obligado" por Ricordi. También se lo relaciona con la esposa del Embajador de Japón, Hisako Oyama, a la que realizó numerosas consultas sobre la cultura y la música niponas, pues, fiel a su costumbre de buscar el realismo, había decidido incluir citas a melodías tradicionales en Madama Butterfly, para otorgarle mayor "color local" (Puccini aprovecharía la gira de una actriz japonesa por Italia para examinar sus movimientos y sus vestidos). Se inspiraba en libros, imágenes, conseguía melodías tradicionales... Además de asociar el himno estadounidense a Pinkerton y a la vida que Butterfly espera llevar con él a su regreso (algo que, huelga decirlo, no gustó mucho en la patria del ficticio oficial).
El estreno tuvo lugar en la Scala de Milán el 17 de febrero de 1905, y fue un desastre absoluto. La "tragedia japonesa" de Puccini fue rechazada violentamente por el público milanés, que además gritaba "¡Bohème, Bohème!", queriendo reconocer "autopréstamos" de Puccini. Éste definió la noche del estreno como "un linchamiento público de proporciones dantescas", linchamiento que habría estado "organizado" por sus detractores y por la editorial "archienemiga" de Ricordi, Sonzogno. Parece más bien que el público tuvo problemas con la extensa duración del Acto II, a lo largo del cual menudearon las risas y las burlas dirigidas a la pobre Butterfly. Así las cosas, y rota su racha de éxitos (que no le abandonaba desde Manon Lescaut), Puccini tuvo que claudicar en unos cuantos aspectos y repasar su partitura. En primer lugar, añadió el aria para Pinkerton que tantas discusiones con Giacosa le había costado, Addio, fiorito asil, aunque desde luego antes del suicidio de la heroína. Hubo alguna modificación, como el encuentro entre las dos esposas de Pinkerton; en el original, Puccini había sido fiel a Belasco (y a Long) presentando a Kate como una señora a la moda y sin el menor tacto que, prescindiendo de todo preámbulo, pide a Butterfly que le entregue al niño, siendo las cosas bastante más sutiles en la versión final. También se suprimieron detalles sin importancia del primer acto, concretamente de la ceremonia del matrimonio. Y, sí, el segundo acto fue dividido en dos, que aliviaban la desmesurada duración del Acto II en el estreno escalígero. No sorprende que, como suele suceder en estos casos, el "reestreno" de Madama Butterfly en Brescia fuera un éxito.
El estreno tuvo lugar en la Scala de Milán el 17 de febrero de 1905, y fue un desastre absoluto. La "tragedia japonesa" de Puccini fue rechazada violentamente por el público milanés, que además gritaba "¡Bohème, Bohème!", queriendo reconocer "autopréstamos" de Puccini. Éste definió la noche del estreno como "un linchamiento público de proporciones dantescas", linchamiento que habría estado "organizado" por sus detractores y por la editorial "archienemiga" de Ricordi, Sonzogno. Parece más bien que el público tuvo problemas con la extensa duración del Acto II, a lo largo del cual menudearon las risas y las burlas dirigidas a la pobre Butterfly. Así las cosas, y rota su racha de éxitos (que no le abandonaba desde Manon Lescaut), Puccini tuvo que claudicar en unos cuantos aspectos y repasar su partitura. En primer lugar, añadió el aria para Pinkerton que tantas discusiones con Giacosa le había costado, Addio, fiorito asil, aunque desde luego antes del suicidio de la heroína. Hubo alguna modificación, como el encuentro entre las dos esposas de Pinkerton; en el original, Puccini había sido fiel a Belasco (y a Long) presentando a Kate como una señora a la moda y sin el menor tacto que, prescindiendo de todo preámbulo, pide a Butterfly que le entregue al niño, siendo las cosas bastante más sutiles en la versión final. También se suprimieron detalles sin importancia del primer acto, concretamente de la ceremonia del matrimonio. Y, sí, el segundo acto fue dividido en dos, que aliviaban la desmesurada duración del Acto II en el estreno escalígero. No sorprende que, como suele suceder en estos casos, el "reestreno" de Madama Butterfly en Brescia fuera un éxito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario