lunes, 15 de septiembre de 2008

Il Trittico: Suor Angelica

Dentro del peculiar "homenaje" de Puccini a Dante, Suor Angelica, en el estado intermedio entre la sordidez de Il Tabarro y la alegría de Gianni Schicchi, pertenece al Purgatorio. Así pues, se queda en tierra de nadie; aun siendo la preferida de su autor, es una de las menos apreciadas por el público. Y eso dentro de una obra, Il Trittico, que tampoco es demasiado popular dentro del legado pucciniano. Se ha relacionado a menudo a Suor Angelica con Le Jongleur de Nôtre-Dame, de Massenet, que transcurre en un monasterio francés del siglo XIV con todos los personajes masculinos. Aquí es al contrario: nos encontramos con el universo femenino de un convento italiano del siglo XVII. Al final ambos protagonistas, el de la obra de Massenet y nuestra Angelica, piden el perdón de la Virgen, que se les aparece. No hay que descartar tampoco el factor autobiográfico; la hermana de Puccini era abadesa en un convento que el compositor visitó para, en su ya conocido afán por los detalles, conocer de cerca la vida que llevaban las religiosas, para las que llegó a interpretar la ópera al piano (con gran emoción por parte de ellas, al decir del propio compositor). El libretista de Suor Angelica (que también firmaría Gianni Schicchi) fue Giovacchino Forzano, un personaje que fue un poco de todo a lo largo de su vida: periodista, crítico, abogado, e incluso cantante (barítono para más señas). En Youtube podemos verlo y escuchar su testimonio sobre Puccini. Como de costumbre, Puccini tuvo mucha participación en la elaboración del libreto. Con frecuencia se ha considerado a Suor Angelica como la ópera más débil del Trittico, a pesar de la tremenda escena de Angelica y la Zia Principessa, un personaje casi tan odioso como Scarpia, pero en versión femenina (si me apuran, prefiero a Scarpia; la lujuria es un sentimiento humano, o animal, pero es un sentimiento).
Suor Angelica, como se ha dicho, transcurre en un convento italiano de finales del siglo XVII. La protagonista lleva ya siete años encerrada allí. La ópera se inicia con los rezos de las Vísperas, después de lo cual las monjas del convento van al patio y hablan entre sí del pequeño mundo uqe las rodea: el sol, la primavera, las flores, las hermanas que ya no están con ellas... Sor Genovieffa, una de las hermanas, confiesa que tiene el deseo de ver un corderito y acariciarlo. Sor Angelica dice que no alberga deseo alguno, pero las hermanas saben que miente, y que tiene deseos de contactar con su familia, que en los años que lleva allí no se ha comunicado con ella. Ante la puerta del convento se detiene un rico carruaje; la visitante es la tía de Angelica, una altiva aristócrata que se hizo cargo de la familia a la muerte de los padres de la joven, y que la obligó a entrar en el convento después de que tuviera un romance que desembocó en embarazo. La anciana anuncia a su sobrina que su hermana pequeña va a casarse y le tiende unos papeles para que los firme: es la renuncia a toda posibilidad de reclamar la herencia que le corresponde. Angelica comprueba que no hay perdón para ella (siete inesorabile, le dice a su tía), aun en el lugar en el que se encuentran: el corazón de la Princesa no se abre a la piedad, para ella sólo importa la mancha en el honor familiar, eso y nada más.

Renata Scotto y Jocelyne Taillon en la escena de la Zia Principessa. Vídeo de Oneguin65
Angelica pide entonces noticias de su hijo, al que sólo pudo besar una vez y al que le arrebataron inmediatamente. La anciana no contesta al principio. Ante la insistencia de su sobrina, le cuenta que hace dos años que el niño enfermó y murió, a pesar de los esfuerzos por salvarlo. La religiosa grita de dolor; al fin firma los papeles, sin leerlos, y su tía se marcha. Sola, Angelica se lamenta por la muerte de su hijo; es entonces cuando encaja el momento más famoso de la ópera, el aria Senza mamma.

Cristina Gallardo-Domás en Senza mamma. Vídeo de Oneguin65
Cuando sus compañeras se reúnen con ella, felicitándola porque al fin la ha visitado su familia, Angelica responde casi en éxtasis. Pretende reunirse con su hijo por la vía más corta: después de que todas se hayan retirado, va al huerto y reúne las plantas que tan bien conoce (ella es la que se ocupa de las recetas que curan a las hermanas enfermas), y tras despedirse mentalmente del convento y de sus habitantes, bebe el veneno que ha elaborado. Pero inmediatamente cae en la cuenta de que el suicidio es un pecado mortal, y que morirá condenada, sin poder ver a su hijo en el Cielo. Angustiada, pide clemencia. Entonces tiene lugar el milagro: todo se ilumina, y puede verse a la Virgen, que se aproxima hacia Suor Angelica con el hijo de ésta de la mano. Se escucha un coro celestial y la religiosa expira dulcemente.

La escena final, en la grabación de Mirella Freni. Vídeo de macciboma
Por último, decir que poco después del estreno Puccini hizo algunos cambios en el final de la ópera. Concretamente, en el momento en el que Suor Angelica se dispone a suicidarse y recoge lentamente las plantas venenosas, llamándolas por su nombre:

Amici fiori, voi mi compensate
Di tutte le premure mie amorose
(come chiamando per nome il fiore e l’erba che coglie)
Vieni, oleandro,
Pruno, lauro, ove sei?...
Atropo bello, vieni!...
Ed ora a te, cicuta viperina!...
Mi dici: "Non scordarmi!"
No, non ti scordo, vieni ad aiutarmi!
(volgendosi e stringendo i fiori al petto)
E siate benedetti, amici fiori,
Che consolate tutti i miei dolori!
(fa un pugnello delle erbe e dei fiori colti e li getta nella ciotola fumante, guarda un attimo il formarsi del veleno, prende la ciotola e la posa a piè della croce; quindi si volge a destra verso le cellette)
Addio, buone sorelle (ecc.)



Barbara Frittoli en el "Aria de las Flores" tal y como fue concebida originalmente por Puccini. Representación de Il Trittico en la Scala, 2008, bajo dirección de Riccardo Chailly. Vídeo de
tenore23


La versión definitiva quedaría así:
Suor Angelica ha sempre
una ricetta buona
fatta coi fiori.
Amici fiori, che nel
piccol seno racchiudete
le stille del veleno.
Ah, quante cure
v'ho prodigate
Ora mi compensate.
Per voi miei fior
io morirò!

(Quindi si volge a destra verso le
cellette)

Addio buone sorelle,
addio, addio!

El corte de este aria puede explicarse por un deseo de agilizar la acción, o acaso por una respuesta de Puccini a las críticas. Desde luego las intenciones suicidas de la protagonista quedan más claras con ella; todo el mundo sabe para qué sirve la cicuta... Al parecer en diversas cartas, Puccini expresó su malestar por la supresión y posterior modificación del texto, e insistió en que volviera a incluirse en la representación que tuvo lugar en la Scala en 1921, con el texto ya revisado. En 1980 se reconstruyeron los versos originales.







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