¡Premio!

Señoras y caballeros, niños y niñas... ¡Tenemos premio! :D Faria, de Más moral que el Alcoyano me ha hecho el honor de concederme el premio Arte y Pico, así que ¡muchísimas gracias!. Esta entrada tendrá segunda parte, una vez yo a su vez pase por el ritual de otorgar el trofeo a otros cinco espacios virtuales. Así que esperad pacientemente que en breve cumpliré con mi parte en el juego. Las cadenas no hay que romperlas, que si no luego pueden caerme del cielo, qué se yo, la integral de las Sinfonías de Beethoven dirigidas por Alberto Erede (¿existirá tal cosa? Que los dioses no lo permitan). Así que mis premiados, a finales de semana. Entretanto, hagamos entrar a los invitados al más puro estilo Hollywood...

Sí, juego a los Sims. No, este en concreto no se me parece en nada.

Ahora encajaría aquí algo como Pompa y circunstancia o similar música solemne, pero odio Pompa y circunstancia con frenesí. Así que vamos a elegir algo triunfal también, triunfal y desmelenado por completo. Vamos, no es para corazones sensibles con la partitura verdiana. La misma protagonista del momento se lo pensó mucho a la hora de dar el ale hop, ese agudo final que en principio le pareció horrible. Me estoy refiriendo al extraterrestre mi bemol que Callas da al término del Acto II de Aida en esta grabación:

El vídeo es de brightside18

Esta genial herejía fue una de las primeras cosas que escuché de Ella. Y que más me impresionaron en su momento. Con el tiempo esta Aida, que fue la primera de mi colección, se ha quedado para momentos puntuales, aunque aún sigue siendo algo muy disfrutable. Lo hizo en 1950 por fastidiar a su compañero Kurt Baum -un tipo bastante follonero, según versión de los biógrafos de la Divina- pese a sus objeciones iniciales (¡Qué pensará Serafin de mí!, dijo avergonzada) y de nuevo en 1951, esta vez con Mario del Monaco como compañero. Pocas han sido las cantantes a las que se les haya pasado por la cabeza repetir la hazaña (una de ellas fue Aprile Millo). Niños, no lo hagáis en casa. Y menos en el teatro. Que a Ella se lo perdono, pero a nadie más.

¡Gracias por el premio!