jueves, 11 de diciembre de 2008

Thaïs la cortesana

Todo el mundo ha escuchado alguna vez un fragmento de Thaïs, la ópera de Massenet basada en una novela de Anatole France y que nos cuenta la historia de una cortesana alejandrina que se convierte al cristianismo. ¿No? ¿Seguros?

Vídeo de Penderecki12

Thaïs se estrenó el 16 de marzo de 1894 en la ópera de París, en una época en la que Manon ya era un éxito absoluto con más de 200 representaciones. Thaïs siempre ha estado bastante presente, aunque al contrario que las dos más famosas obras de Massenet (Werther y Manon), nunca ha estado del todo dentro del repertorio regular de los teatros. Jules Massenet escribió la ópera pensando en la soprano Sybil Sanderson, una soprano norteamericana que también estrenaría Esclarmonde. Massenet la adoraba. “¡Qué estupenda voz! ¡Ella iba desde el si grave al si agudo, tres octavas, tanto a plena voz como en pianissimo! ¡Estaba asombrado, fulminado, pasmado! Debo añadir que, además de la particularidad del instrumento, reconocí en la futura artista una inteligencia, una llama, una personalidad que se revelaban luminosamente en sus admirables rasgos. Estas son cualidades de la mayor importancia en el teatro.” En una Alejandría de la Antigüedad tardía, se encuentran los destinos de la cortesana Thaïs y del monje cenobita Athanaël, un riguroso asceta que vuelve a su ciudad natal dispuesto a convertir a la cortesana, una devota de Venus, a su fe. Cree que los obsesivos sueños que tiene con ella son una señal divina para obligar a Thaïs a arrepentirse. La cortesana es la amante de uno de los amigos de infancia de Athanaël, Nicias, pero van a separarse. A insistencia de Athanaël, Nicias lo lleva consigo a verla, aunque le advierte de que la venganza de Venus puede ser terrible si le causa el menor daño a su devota. Durante la fiesta, Thaïs se burla abiertamente del monje cuando este quiere inculcarle el desprecio por el placer. Pero, una vez ha terminado todo, Thaïs se siente desengañada por el vacío de su vida, y teme a lo que pase cuando envejezca y deje de ser hermosa. Athanaël se aprovecha de este momento de debilidad para intentar la conversión de la cortesana, cosa que, tras leve resistencia de ella, consigue. Con la fuerza de su nueva fe, Thaïs dejará atrás su vida y sus riquezas y se internará con Athanaël en el desierto para recluírse en un convento y hacer penitencia por su pasado. Pero Athanaël no dejará de sentirse obsesionado por ella hasta que se ve obligado a admitir que su pasión por convertirla y arrancarla de Alejandría no estaba guiada por la fe, sino por la lujuria. Sueña que la cortesana está muriendo y acude al convento para estar junto a ella: le confiesa que todo cuanto le dijo era mentira, que sólo existe el amor humano, el placer, que la ama. Pero la conversión de Thaïs es tan completa, a pesar de estar basada en la mentira, que ella no le escucha y muere contemplando cómo los cielos se abren y los ángeles la acogen, ante la desesperación de Athanaël.
Para acompañar la entrada, una Thaïs muy pero que muy reciente, vamos, de ayer mismo, con Barbara Frittoli en su debut en el papel:

Jules Massenet
THÄIS


Thaïs, Barbara Frittoli
Athanaël, Lado Ataneli
Nicias, Alessandro Liberatore
Palémon, Maurizio Lo Piccolo
Albine, Nadezhda Serdyuk
Crobyle, Eleonora Buratto
Myrtale, Ketevan Kemoklidze
La Charmeuse (l'incantatrice), Daniela Schillaci
Un servitore, Diego Matamoros
Orchestra e Coro del Teatro Regio di Torino
direttore, Gianandrea Noseda

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