sábado, 31 de enero de 2009

Comparaciones: Werther


He aquí una nueva comparativa, en este caso referida a una de las óperas más célebres del repertorio francés: Werther, de Massenet, basada en la novela epistolar (y en cierta medida autobiográfica) de Goethe que fue un auténtico best-seller dieciochesco y que causó, entre otras modas más inofensivas como la proliferación de grabados y todo tipo de objetos (ropa incluída) relacionados con ella, una oleada de suicidios entre amantes no correspondidos. Volvemos a las damas, pues vamos a enfrentar a cuatro Charlottes en su gran escena del Acto III: Werther... Werther... chi m'aurait dit. Es Nochebuena, y Charlotte relee las cartas que Werther le ha enviado desde su autoimpuesto exilio (se trata de un desafortunado amor a primera vista: Werther conoce a Charlotte cuando ya está prometida a Albert y se enamora locamente de ella, por eso opta por marcharse en cuanto la ve casada). La escena de Charlotte precede al regreso de Werther, durante el curso del cual todo se decidirá, al verse él rechazado (con terrible esfuerzo) por ella, una vez compartidos los recuerdos de su vida antes del matrimonio con Albert (incluídos los momentos en los que Werther traducía a Ossian, y ahí es donde aparece el famoso Pourquoi me reveiller?), al que Charlotte no quiere traicionar. La desesperación empujará a Werther al suicidio. Pero eso ya es otra historia. Escuchemos a nuestras cuatro Charlottes.







CHARLOTTE 
(Sola, sentada en la mesa de trabajo, soñando)
¡Werther! ¡Werther...!
¡Quién me iba a decir el lugar
que ocuparías en mi corazón!
Cuando se marchó, y a pesar mío,

(deja caer su labor)

mi alma se llenó de él

(Se levanta, lentamente, como
atraída hacia el escritorio, que abre)

¡Esas cartas!
¡Esas cartas!
¡Las he releído sin cesar!
Con tanto encanto y, a la vez...
¡con tanta tristeza!
Debería destruirlas... ¡y no puedo...!

(mira fijamente la carta
que tiene en la mano y la lee. )

"Os escribo
desde mi pequeño cuarto.
Un cielo gris, pesado y torpe,
de diciembre,
pesa sobre mí como un sudario...
¡Estoy sólo, sólo, siempre sólo...!"

(Se deja caer sobre la silla)

¡Ah! ¡Nadie junto a él...!
¡Ni un sólo gesto de cariño...!
¡Ni de piedad! ¡Dios!
¡Cómo pude tener el triste valor
de ordenarle tal exilio y aislamiento!

(Después de un rato, ha cogido
otra carta y la abre. Leyendo)

"Gritos alegres de niños
llegan a mi ventana,
¡gritos de niños...!
Y pienso en aquellos dulces días
en que vuestros pequeños jugaban
a nuestro alrededor.
¿Quizás me habrán olvidado?

(Se interrumpe, con entonación)

¡No, Werther, en su recuerdo,
vuestra imagen sigue viva!
Y cuando volváis...
Pero, ¿tendría que volver?

(Se levanta, temerosa)

¡Ah, su última carta me espanta!

(Leyendo)

"Me dijiste: ¡Hasta Navidad!
Y yo grité: ¡Nunca!
Pronto sabremos
quién de nosotros decía la verdad...
pero si yo no aparezco ante ti
el día fijado, no me acuses...
¡llórame!

(Repitiendo espantada, temiendo comprender)

No me acuses, ¡llórame!

(Reanudando la lectura)

Si con esos ojos llenos de encanto,
estas líneas lees,
las empaparás de lágrimas
¡Oh, Charlotte! ¡Te estremecerás!

(Repitiendo sin leer)

¡Te estremecerás!
¡Te estremecerás!"

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