Hay cantantes que son míticos para mí. Hay otros a los que, sin llegar a ser eso exactamente, les tengo un especial cariño, a los que amo a pesar de las limitaciones que puedan tener o de la opinión del resto del Universo. Una de esas figuras a las que estoy particularmente apegada es Antonietta Stella, soprano contemporánea a Callas y Tebaldi y como tantas compañeras, ensombrecida por ellas, merecida o inmerecidamente, según quién lo considere. En todo caso fue una buena cantante, acaso sin ese no se qué que define a los mitos.
En todo caso, no debió ser fácil convivir con esas dos figuras mitológicas. Y sin embargo la Stella se las apañó para construir una nada desdeñable carrera que incluyó varias noches de San Ambrosio, en el transcurso de una de las cuales (un Trovatore en el que compartía cartel con Corelli y Bastianini, con Gavazzeni a la batuta) un enfervorecido loggionista le gritó "¡Eres el alma de Verdi!". Además de en la Scala, Stella cantó también en el Met, en el Covent Garden, en fin, en los principales teatros de la época. Su carrera se prolongó hasta los primeros años setenta, cuando empezó a "experimentar" con autores fuera de su repertorio habitual (mucho Verdi, bastante Puccini y verismo): de la Euridice de Gluck a la Sélika de Meyerbeer, pasando por cosas todavía más peregrinas como la Irmengarda de Agnese di Hohenstauffen, de Spontini. Su discografía, tanto en estudio (un Trovatore absolutamente referencial junto a Bergonzi y de mano de Serafin, una Linda di Chamounix bastante exótica -y fuera de repertorio- también con Serafin, un Andrea Chénier con Corelli en el que no está demasiado fina, una Traviata que tal vez habría grabado Callas de no ser porque un contrato con Cetra se lo impedía, varios recitales...) como en vivo, es relativamente extensa, e incluso tenemos bastantes testimonios en vídeo (Chénier, Fanciulla, Ballo...). Merece la pena escucharla. Y luego, naturalmente, podéis añadirla o no a vuestras debilidades.
En todo caso, no debió ser fácil convivir con esas dos figuras mitológicas. Y sin embargo la Stella se las apañó para construir una nada desdeñable carrera que incluyó varias noches de San Ambrosio, en el transcurso de una de las cuales (un Trovatore en el que compartía cartel con Corelli y Bastianini, con Gavazzeni a la batuta) un enfervorecido loggionista le gritó "¡Eres el alma de Verdi!". Además de en la Scala, Stella cantó también en el Met, en el Covent Garden, en fin, en los principales teatros de la época. Su carrera se prolongó hasta los primeros años setenta, cuando empezó a "experimentar" con autores fuera de su repertorio habitual (mucho Verdi, bastante Puccini y verismo): de la Euridice de Gluck a la Sélika de Meyerbeer, pasando por cosas todavía más peregrinas como la Irmengarda de Agnese di Hohenstauffen, de Spontini. Su discografía, tanto en estudio (un Trovatore absolutamente referencial junto a Bergonzi y de mano de Serafin, una Linda di Chamounix bastante exótica -y fuera de repertorio- también con Serafin, un Andrea Chénier con Corelli en el que no está demasiado fina, una Traviata que tal vez habría grabado Callas de no ser porque un contrato con Cetra se lo impedía, varios recitales...) como en vivo, es relativamente extensa, e incluso tenemos bastantes testimonios en vídeo (Chénier, Fanciulla, Ballo...). Merece la pena escucharla. Y luego, naturalmente, podéis añadirla o no a vuestras debilidades.
2 comentarios:
A mí también me gusta mucho la Stella, y coincido contigo en la recomendación del Trovatore junto a Bergonzi dirigidos por Serafin, una de mis grabaciones preferidas de esa ópera.
Y cómo no hablar de Fiorenza Cossotto en esa magnífica grabación...
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