martes, 13 de enero de 2009

La carrera de un libertino


La carrera del libertino, de W. Hoghart, escena cuarta. Tom Rakewell
se libra de ser encarcelado por deudas gracias a la sufrida Anne.


Dicen por ahí que a Igor Stravinsky se le ocurrió la idea de componer The Rake's Progress cuando vio en Chicago una exposición con la serie de pinturas satíricas que William Hoghart (1697-1764) realizó en torno a 1736. El pobre Hoghart no tuvo una infancia demasiado feliz: su padre pasó cuatro años en la cárcel debido a las deudas, y se llevó con él a toda su familia. De modo que el pequeño pasó su primera infancia entre rejas. Terminada esa experiencia, se hizo grabador, contando con su propio taller a partir de 1718. Los grabados, precisamente, ayudarían a difundir su obra con gran celeridad (e incluso se revelarían contraproducentes, ya que algún espabilado le pirateaba).
Stravinsky, que por entonces residía en Estados Unidos, decidió componer una ópera en inglés y encargó el libreto a Wystan Hugh Auden y Chester Kallman, aunque él también metió baza en el asunto. Un poco como Fausto, Tom Rakewell recorre los bajos fondos de Londres de mano de Nick Shadow, que es un personaje creado por los libretistas y que resulta ser el mismísimo Diablo. Al final, como su antecedente pictórico, nuestro libertino da con sus huesos en el manicomio de Bedlam, aunque su Anne no le abandonará.
La ópera (he de admitir que acabo de recordar su existencia, que la estoy descubriendo ahora, que me gusta lo que he escuchado) se está representando estos días en el Teatro Real y será retransmitida por Radio Clásica el día 15. La crítica no ha sido demasiado unánime con las representaciones.
Dawn Upshaw como Anne Trulove en No word from Tom:

(Vídeo de TheGreatPerformers)
Y aquí tenéis a Samuel Ramey como el malo de la película, Nick Shadow:

(Vídeo de orthochrom)

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