"Para Venecia haré La dama de las Camelias, que llevará por título, tal vez, Traviata. Un tema de nuestra época. Otro tal vez no lo haría por las costumbres, por los tiempos y por mil tonterías y escrúpulos. Yo lo hago con sumo placer. Todos pusieron el grito en el cielo cuando propuse poner un jorobado en escena. Bien, escribí encantado Rigoletto (me disgusta que lo hagan en Nápoles, lo harán mal y no comprenderán nada)".
Los sinsabores de Verdi con la censura fueron numerosos. Hay que recordar el caso de Rigoletto, cuyo origen literario se haya en una obra teatral de Victor Hugo (Le roi s'amuse) situada en la corte de Francisco I de Francia. Era impensable que un comportamiento tan libertino se adjudicase en la escena a una figura real, así que hubo de trasladarse a la más inocua Mantua. Luego, la censura se centró en muchas otras cosas. Algo similar le ocurrió a Un Ballo in Maschera, trasladada de Suecia a Boston, con el rey Gustavo III convertido en el conde Riccardo de Warwick. La Traviata, historia de una cortesana (una de esas criaturas de las que todos renegaban a plena luz del día) que moría de una enfermedad cuya mención debía sembrar la inquietud en el público de la época, no sería una excepción.
Diez años antes de la génesis de La Traviata, Verdi había rechazado componer una ópera sobre otra célebre cortesana, Marion Delorme. Su interés por la historia de Alphonsine/Marie/Marguerite (que aún no era Violetta) parece originarse cuando asiste en París a una representación del drama de Dumas. Hay autores que le atribuyen cierto componente autobiográfico, como si fuera un desafío de Verdi, que por aquel entonces convivía con la soprano Giuseppina Strepponi, que se convertiría en su segunda esposa y que había tenido un agitado pasado que incluía dos hijos ilegítimos. O puede, simplemente, que leyera La Dama de las Camelias. Al fin y al cabo era un éxito. Cuando el teatro de La Fenice decidió, para resignación de Verdi (que deseaba ver representada su ópera con ambientación contemporánea y opinaba que toda traslación a una época anterior hacía que la obra perdiera parte de su efecto), situarla a principios del siglo XVIII, eliminó parte de lo que el público pudiera considerar escandaloso. Parece que Verdi se resignó a esta solución que a finales del siglo XIX podía dar lugar a situaciones bastante curiosas, ya que, aunque paulatinamente se introdujo un vestuario moderno para Violetta, el resto de la compañía podía aparecer aún a la moda del XVIII. "Ver a una Violetta con la última moda de París y a un Alfredo vestido a lo Luis XIV es algo familiar para todos aquellos que van a la ópera", dejaría escrito Bernard Shaw. Y es que, hasta 1914, las partituras y los libretos consignaban invariablemente: "En París y alrededores, a principios del siglo XVIII".
No obstante, los cambios en el libreto se introdujeron en según qué zona de Italia. En Nápoles o en los Estados Vaticanos especialmente. No se cantaba croce e delizia, sino pena e delizia, porque cualquier mención a la Cruz en labios de una cortesana (aunque fuera de buen fondo y destinada a la redención) se consideraba sacrílega. Se cambiaba La vita è nell'tripudio por Mia vita è nell'tripudio, y cosas así; se llegó al extremo de ocultar en algunos casos la verdadera condición de Violetta, haciéndola aparecer como una jovencita seducida. La censura y el escándalo (pese a la traslación a una época más "inocua") no se dieron solamente en Italia: en Londres, tras la primera representación, el crítico del Times habló de "indecencias y horrores" sin fin. Lo que no impidió que La Traviata alcanzara popularidad en Inglaterra. En cuanto a España, veamos cómo se resumió el argumento en ocasión del estreno de La Traviata en el Teatro Principal de Barcelona: “Una mujer que se descarrió, que se separó del recto camino de la virtud y se entregó a toda clase de desórdenes para seguir ciegamente sus pasiones, llega por fin a convencerse de que la religión solamente es la que puede consolar y satisfacer nuestro corazón. La causa primera de este cambio es sin duda el verdadero amor del joven Alfredo, que pudo arrancar a Violeta de su encegamiento”.
También, y sin demasiado que ver con la censura (aunque "resucitaran" a la madre de Alfredo, que estaba muerta para todos, empezando por Dumas hijo) existió una versión francesa (Violetta) con los nombres curiosamente cambiados. Alfredo y Giorgio Germont se convertían en Rodolphe y Georges d'Orbel, Gaston en Émile, Flora en Chiara, Violetta pasaba a apellidarse De Saint-Ys y el doctor Grenvil se transformaba en Doctor Germont.
Los sinsabores de Verdi con la censura fueron numerosos. Hay que recordar el caso de Rigoletto, cuyo origen literario se haya en una obra teatral de Victor Hugo (Le roi s'amuse) situada en la corte de Francisco I de Francia. Era impensable que un comportamiento tan libertino se adjudicase en la escena a una figura real, así que hubo de trasladarse a la más inocua Mantua. Luego, la censura se centró en muchas otras cosas. Algo similar le ocurrió a Un Ballo in Maschera, trasladada de Suecia a Boston, con el rey Gustavo III convertido en el conde Riccardo de Warwick. La Traviata, historia de una cortesana (una de esas criaturas de las que todos renegaban a plena luz del día) que moría de una enfermedad cuya mención debía sembrar la inquietud en el público de la época, no sería una excepción.
Diez años antes de la génesis de La Traviata, Verdi había rechazado componer una ópera sobre otra célebre cortesana, Marion Delorme. Su interés por la historia de Alphonsine/Marie/Marguerite (que aún no era Violetta) parece originarse cuando asiste en París a una representación del drama de Dumas. Hay autores que le atribuyen cierto componente autobiográfico, como si fuera un desafío de Verdi, que por aquel entonces convivía con la soprano Giuseppina Strepponi, que se convertiría en su segunda esposa y que había tenido un agitado pasado que incluía dos hijos ilegítimos. O puede, simplemente, que leyera La Dama de las Camelias. Al fin y al cabo era un éxito. Cuando el teatro de La Fenice decidió, para resignación de Verdi (que deseaba ver representada su ópera con ambientación contemporánea y opinaba que toda traslación a una época anterior hacía que la obra perdiera parte de su efecto), situarla a principios del siglo XVIII, eliminó parte de lo que el público pudiera considerar escandaloso. Parece que Verdi se resignó a esta solución que a finales del siglo XIX podía dar lugar a situaciones bastante curiosas, ya que, aunque paulatinamente se introdujo un vestuario moderno para Violetta, el resto de la compañía podía aparecer aún a la moda del XVIII. "Ver a una Violetta con la última moda de París y a un Alfredo vestido a lo Luis XIV es algo familiar para todos aquellos que van a la ópera", dejaría escrito Bernard Shaw. Y es que, hasta 1914, las partituras y los libretos consignaban invariablemente: "En París y alrededores, a principios del siglo XVIII".
No obstante, los cambios en el libreto se introdujeron en según qué zona de Italia. En Nápoles o en los Estados Vaticanos especialmente. No se cantaba croce e delizia, sino pena e delizia, porque cualquier mención a la Cruz en labios de una cortesana (aunque fuera de buen fondo y destinada a la redención) se consideraba sacrílega. Se cambiaba La vita è nell'tripudio por Mia vita è nell'tripudio, y cosas así; se llegó al extremo de ocultar en algunos casos la verdadera condición de Violetta, haciéndola aparecer como una jovencita seducida. La censura y el escándalo (pese a la traslación a una época más "inocua") no se dieron solamente en Italia: en Londres, tras la primera representación, el crítico del Times habló de "indecencias y horrores" sin fin. Lo que no impidió que La Traviata alcanzara popularidad en Inglaterra. En cuanto a España, veamos cómo se resumió el argumento en ocasión del estreno de La Traviata en el Teatro Principal de Barcelona: “Una mujer que se descarrió, que se separó del recto camino de la virtud y se entregó a toda clase de desórdenes para seguir ciegamente sus pasiones, llega por fin a convencerse de que la religión solamente es la que puede consolar y satisfacer nuestro corazón. La causa primera de este cambio es sin duda el verdadero amor del joven Alfredo, que pudo arrancar a Violeta de su encegamiento”.
También, y sin demasiado que ver con la censura (aunque "resucitaran" a la madre de Alfredo, que estaba muerta para todos, empezando por Dumas hijo) existió una versión francesa (Violetta) con los nombres curiosamente cambiados. Alfredo y Giorgio Germont se convertían en Rodolphe y Georges d'Orbel, Gaston en Émile, Flora en Chiara, Violetta pasaba a apellidarse De Saint-Ys y el doctor Grenvil se transformaba en Doctor Germont.
1 comentario:
La traducción literal de "traviata" es descarriada, perdida? o también es fruto de la censura de la época, sacando alguna letra de la palabra italiana?. Según oí debiera ser estraviata o algo así
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