domingo, 20 de septiembre de 2009

¡Viva V.E.R.D.I!



Hagamos un ejercicio de imaginación. Por un momento, pensemos que nos encontramos en la Fenice de Venecia el día del estreno de Attila y que Ezio repite en varias ocasiones a lo largo de su dúo con Attila la frase Avrai tu l'Universo, resti l'Italia a me. En una situación en la que se estaba luchando por la unidad italiana y la independencia de Austria, la alusión no podía pasar desapercibida. Como ya se comentó, la respuesta del público cuando se cantaba esa frase era A noi, l'Italia a noi! El componente patriótico -y ya veremos como Attila es una de las óperas con más alusiones de ese tipo- fue una de las causas del triunfo de la nueva obra, y es una de las ocasiones en las que se puede asociar la música de Verdi con el Risorgimento y con la unidad italiana. Todo había comenzado varios años antes, acaso por azar.
Cuando Verdi estrenó Nabucco en la Scala en 1842 (después de pasar por una verdadera crisis, no sólo por el fracaso de su anterior ópera, Un giorno di regno, sino por el fallecimiento de su esposa y sus hijos) tal vez no era consciente de lo que el celebérrimo (y maltratado, y en ocasiones odiado precisamente por eso) Va, pensiero iba a organizar no ya en aquella representación (parece que la leyenda del bis en el estreno es falsa y que en realidad el público pidió la repetición de Immenso Jehova), sino en los años sucesivos. Se convertiría en una especie de himno oficioso de los patriotas italianos, que se identificaban con los israelitas exiliados en Babilonia. Haciendo nuevamente un ejercicio de imaginación, podemos imaginar lo que podía desatar escuchando lo que ocurrió en una representación en el San Carlo de Nápoles, en 1949. Los impacientes vayan al minuto 3:49, que es el momento en que todo se desencadena (naturalmente se pide el bis y este es concedido):





Sorprende que, pese a todos los problemas que Verdi tuvo con la censura, estos fueran más de índole moral que político. Si Nabucco no tenía una intencionada finalidad patriótica, sí parece que fue el caso de la siguiente ópera verdiana, también estrenada en la Scala. Se trataba de I Lombardi alla Prima Crociata (luego readaptada como Jérusalem para la escena francesa, aunque se puede decir que se trata de dos óperas muy distintas y no de una simple "traducción"). Verdi volvió a contar con Solera como libretista, y de nuevo, como en Nabucco, la dedicatoria fue destinada a un miembro de la familia imperial de los Habsburgo. Esta vez (como en Oberto) se trataba de Maria Luisa, entonces Duquesa de Parma, la que fuera segunda esposa de Napoleón I. Los protagonistas de esta ópera eran más cercanos en el tiempo y en el espacio geográfico que los de Nabucco, y además evocaban claramente a la Lombardía en otro coro que alcanzaría casi la misma importancia que el ya citado...  O Signore, dal tetto natio, que aquí podemos escuchar con el coro de la Scala, bajo la batuta de Gianandrea Gavazzeni:

vídeo de gabrielpadilla


Volvamos a Attila, que tiene una gran concentración de declaraciones de este tipo; prácticamente todos los personajes (salvo el rey de los hunos) tienen ocasión de lanzar su "proclama", por así decirlo. La primera en hacerlo es la temible (sobre todo para las sopranos) Odabella, cuya primera intervención en el Prólogo queda consagrada al fervor patriótico y al deseo de venganza. Escuchemos la grabación de Joan Sutherland, que grabó la escena de Odabella pero no el papel completo:

vídeo de LindoroRossini

Después llega el duo Ezio-Attila, con la famosa frase. Lo cierto es que le podríamos dar una lectura menos favorable al personaje del general romano, que le pide al rey huno que le deje gobernar Italia, ofreciéndose a cambio a ayudarlo a conquistar el resto del debilitado Imperio. Podría tomarse como una traición al Emperador, y eso es lo que insinúa Attila... La frase de Ezio Avrai tu l'Universo, resti l'Italia a me se repite en al menos media docena de ocasiones:


video de gtelloz

Aunque a veces resulta fácil olvidarse de su existencia (pues resulta muy desdibujado ante la fuerza de los otros tres personajes), en esta ópera además hay un tenor: Foresto. Su escena al final del prólogo  comprende el aria Ella in poter del barbaro, en la que se lamenta por la captura de Odabella, y Cara patria, la cabaletta en la que (no olvidemos dónde se estrenó esta ópera) Foresto vaticina el renacimiento de su ciudad destruida y el surgimiento de Venecia a orillas de esa laguna en la que los fugitivos de Aquileia han encontrado amparo. Se la escuchamos a Carlo Bergonzi:







Las obras de los años de galeras posteriores a Attila siguen imbuidas de ese fervor patriótico al que Verdi, después de el posible accidente de Nabucco, no podía permanecer ajeno. En 1847 se estrenaba Macbeth, primer encuentro de Verdi con Shakespeare, una relación que daría inmejorables frutos. Sobre todo cuando al Maestro y al Bardo se unió Boito como libretista. Como todos sabréis, la partitura fue revisada en 1865, con ocasión de unas funciones parisinas. La versión en italiano -estrenada en 1874- de esta edición parisina es la que más conocemos hoy. Las diferencias son muy marcadas.   Por ejemplo, el coro de escoceses exiliados, Patria oppresa, se escuchó así en 1847:
 
video de gtelloz
... Y así en la revisión posterior:

vídeo de LaVoceDiOpera
La versión original de Macbeth tenía otro coro de similares características, La patria tradita.
Los versos de Maffei (La patria tradita/ piangendo ne invita!/Fratelli gli oppresi/ corriamo a salvar/ Già l'ira divina/sull'empio ruina;/ gli orribili eccessi/ l'Eterno stancar) serían preservados en la cabaletta de Macduff y Malcolm, acompañada del coro:

Cerremos con La Battaglia di Legnano, estrenada en Roma en 1849. Aquí no hay alusiones que valgan.  Todo se dice de forma muy directa. Escuchemos el coro con el que la ópera se abre:


Era natural. Para cuando se estrenó La Battaglia di Legnano, la situación era muy diferente a la del estreno de Nabucco, después del revolucionario año de 1848, con Italia inmersa en la guerra contra Austria, una guerra que no le iba demasiado bien, por cierto. En Roma, abandonada por el Papa, se había proclamado la República. El estreno  en enero de 1849 fue un verdadero éxito, con un público delirante que se deshacía en aclamaciones y en vivas a Italia y a Verdi. Que los italianos perdieran esta primera guerra de independencia no le vino  precisamente bien a una ópera como La Battaglia di Legnano, censurada y reconvertido su libreto en otro que evitaba las alusiones a la unidad italiana. Pero ya hacía demasiado tiempo que Verdi estaba en el imaginario colectivo unido al Risorgimento; no en vano Viva V.E.R.D.I. quería decir Viva Vittorio Emmanuele Rè d'Italia.

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