sábado, 8 de diciembre de 2012

De ahora mismo: Lohengrin en la Scala

 
Ante un público bastante satisfecho se ha echado el telón - si bien es posible que la retransmisión en falso directo de la cadena Arte aún continúe a estas horas - sobre el Lohengrin escalígero que tanta tinta había hecho correr, como si su elección fuese un ultraje. A tal punto llegaron las cosas. Era de temer, incluso, una reacción adversa por parte del público milanés, no siempre dispuesto a la mansedumbre. ¿Y al final? Fuese y no hubo nada. Por cauces correctos y sin alcanzar lo extraordinario, la función ha trasncurrido de forma plácida. Tampoco la sustitución a última hora de Anja Harteros por Annette Dasch ha suscitado mayores problemas.
Es un poco tarde para comentar ahora sobre la función completa. La Elsa de Dasch ya la conocemos todos de Bayreuth. Sigo sin entender su empeño en cantar un papel que a todas luces le viene grande. Aunque ciertas cosas se puedan justificar porque sólo ha podido realizar un apresurado ensayo, los problemas que presenta son los mismos de siempre. Afinación más que dudosa a la cabeza. Pero el punto más negro ha estado en Telramund, interpretado por Thomas Tommason, quien además ha tenido la desdicha de gallear en pleno dúo con su consorte Ortrud, al límite también, pero acogida de forma favorable. Sobre Kaufmann poco que añadir, salvo mi eterno desconcierto y mi resistencia a reconciliarme con su manera de emitir la voz. Su entrada me ha recordado a la de su debut en Bayreuth hará dos años, lo que no necesariamente es bueno. Después la voz ha sonado un poco más libre. René Pape era tal vez el mejor cantante de los presentes sobre la escena, pero me ha dado la impresión de cierto distanciamiento hacia todo cuanto ocurría. También Lucic, un honesto barítono para los tiempos que corren. Barenboim es siempre una garantía en el repertorio wagneriano. Aun así no creo que la toma de sonido radiofónica le haya beneficiado. Por ejemplo el final del primer acto ha sonado caótico a través de los micrófonos de la RAI. Como anécdota, el himno italiano se ha interpretado después, y no antes, de la función. Sobre la producción de Guth no puedo opinar gran cosa, pues sólo he visto parte del Acto II a través de Arte y de una caritativa página de Internet. He llegado justo a tiempo de ver cómo Ortrud pillaba con la tapa de un piano los dedos de Elsa, escena que parece más propia de La fille du Régiment que de Lohengrin. Espero tener pronto el vídeo para verlo por completo.







1 comentario:

Callasiano irredento dijo...

¡Hola Ninna!
Consulto tu blog prácticamente a diario. Me estoy iniciando en esto de la ópera, y leerte para documentarme (y para nutrir buena parte de mi discografía) es un placer.
¡Saludos!

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