

La protagonista de Cilea es un personaje histórico, la actriz francesa del siglo XVIII Adrienne Lecouvreur (1692-1730), nacida Adrienne Couvreur. Su historia, desde luego, no es tan romántica como nos la pinta Cilea. Para empezar, su relación con Mauricio de Sajonia (que no se parecía a Franco Corelli) no fue idílica, ya que aunque ella le protegió y ayudó con todos los medios a su alcance, él la engañó con otras (eso en las óperas nunca pasa...). Y Mauricio de Sajonia no fue el único, pues nuestra heroína también mantuvo relaciones con Voltaire. Su muerte se debió a una infección intestinal, aunque en su momento se especuló sobre un envenenamiento por parte de su enemiga la Condesa (que no princesa) de Bouillon.Como actriz que era, no pudo ser enterrada en sagrado. Adrienne había revolucionado los escenarios franceses imponiendo un estilo interpretativo más natural y realista desde que debutara a los 14 años.
Vayamos de nuevo a Adriana, la ópera. Gozó de cierta fortuna en los primeros años después de su estreno, para caer después en cierto olvido. En los años 50, dos figuras se encaprichan de la actriz y la "resucitan" para el repertorio operístico: Magda Olivero y Renata Tebaldi. Aunque siento debilidad por la interpretación escalígera de Mirella Freni (allá por el 89 y bajo la batuta de Gianandrea Gavazzeni), que, lástima, no la grabó en estudio ni se prodigó mucho en el papel.
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