El 10 de noviembre de 1862 se estrenaba en San Petersburgo La Forza del Destino de Giuseppe Verdi, ópera en cuatro actos con libreto de Francesco Maria Piave basada en el drama del Duque de Rivas Don Álvaro o la fuerza del sino (aunque la escena del sermón de Fra Melitone en el campo de batalla se basa en Schiller). Posteriormente se realizaría una revisión de partitura y libreto (esta última a cargo de Ghislanzoni), siendo estrenada la versión definitiva en la Scala de Milán el 27 de febrero de 1869. Curioso es constatar que un año después del estreno ruso se producía el estreno madrileño, en presencia del mismo autor del drama original.
No sé por qué caminos oscuros La Forza del Destino se ha convertido en una obsesión para una servidora, cuyo primer Verdi favorito había sido desde siempre La Traviata. No obstante, lenta e inexorable, la Forza ha ganado su plaza, desplazándola en mis preferencias.
En 1861, Italia era por fin un país unido. Verdi había accedido a regañadientes, y sólo por insistencia de Cavour, a ocupar un puesto en el Parlamento, que abandonaría a la muerte del gran impulsor del Risorgimento. Ese mismo año, comenzó a componer un encargo para el lejano Teatro Imperial de San Petersburgo, La Forza del Destino, basada en un drama español que conocía cierto éxito. La intención primigenia, había sido elegir el Ruy Blas de Victor Hugo, pero la censura lo hizo imposible. El estreno de la ópera debía tener lugar al principio de la temporada de invierno del año siguiente. Verdi tuvo que soslayar numerosas dificultades a la hora del estreno. Enfermedades de los cantantes, entre otras cosas. Un estreno que no cosechó el éxito esperado, acaso por el final sumamente sombrío que, todo hay que decirlo, corresponde fielmente al del Duque de Rivas: tras la muerte de Leonora a manos de su hermano (quedando así restaurado el honor de los Vargas), Alvaro se suicidaba desesperado. En la revisión de la Forza, que ha quedado como definitiva, Leonora agonizante exhorta a Alvaro a resignarse ante la voluntad divina.
Existe una extraña "maldición" que pesa sobre La Forza del Destino. Como Macbeth en el teatro británico, su nombre es tabú entre muchos cantantes de ópera. El hecho luctuoso más recordado acaecido durante una representación de La Forza es la muerte del barítono Leonard Warren mientras interpretaba a Don Carlo de Vargas en el Met en 1860. Se desplomó después de la frase È salvo! O gioia!, poco después de cantar su aria Morir! Tremenda cosa... Urna fatale,siendo sus compañeros de reparto Renata Tebaldi y Richard Tucker. Rudolf Bing anunció su muerte minutos más tarde al horrorizado público del teatro neoyorkino. No obstante, la "maldición" ya existía mucho antes de la trágica muerte de Warren.
Para que os hagáis una idea de la diferencia entre las dos Forzas, he aquí la obertura que escucharon en San Petersburgo. Dirige Gergiev (en el mismo San Petersburgo), que se ha preocupado bastante de "resucitar" la versión original. Por cierto que existe grabación en cd y dvd del experimento, por lo demás muy interesante.
No sé por qué caminos oscuros La Forza del Destino se ha convertido en una obsesión para una servidora, cuyo primer Verdi favorito había sido desde siempre La Traviata. No obstante, lenta e inexorable, la Forza ha ganado su plaza, desplazándola en mis preferencias.
En 1861, Italia era por fin un país unido. Verdi había accedido a regañadientes, y sólo por insistencia de Cavour, a ocupar un puesto en el Parlamento, que abandonaría a la muerte del gran impulsor del Risorgimento. Ese mismo año, comenzó a componer un encargo para el lejano Teatro Imperial de San Petersburgo, La Forza del Destino, basada en un drama español que conocía cierto éxito. La intención primigenia, había sido elegir el Ruy Blas de Victor Hugo, pero la censura lo hizo imposible. El estreno de la ópera debía tener lugar al principio de la temporada de invierno del año siguiente. Verdi tuvo que soslayar numerosas dificultades a la hora del estreno. Enfermedades de los cantantes, entre otras cosas. Un estreno que no cosechó el éxito esperado, acaso por el final sumamente sombrío que, todo hay que decirlo, corresponde fielmente al del Duque de Rivas: tras la muerte de Leonora a manos de su hermano (quedando así restaurado el honor de los Vargas), Alvaro se suicidaba desesperado. En la revisión de la Forza, que ha quedado como definitiva, Leonora agonizante exhorta a Alvaro a resignarse ante la voluntad divina.
Existe una extraña "maldición" que pesa sobre La Forza del Destino. Como Macbeth en el teatro británico, su nombre es tabú entre muchos cantantes de ópera. El hecho luctuoso más recordado acaecido durante una representación de La Forza es la muerte del barítono Leonard Warren mientras interpretaba a Don Carlo de Vargas en el Met en 1860. Se desplomó después de la frase È salvo! O gioia!, poco después de cantar su aria Morir! Tremenda cosa... Urna fatale,siendo sus compañeros de reparto Renata Tebaldi y Richard Tucker. Rudolf Bing anunció su muerte minutos más tarde al horrorizado público del teatro neoyorkino. No obstante, la "maldición" ya existía mucho antes de la trágica muerte de Warren.
Para que os hagáis una idea de la diferencia entre las dos Forzas, he aquí la obertura que escucharon en San Petersburgo. Dirige Gergiev (en el mismo San Petersburgo), que se ha preocupado bastante de "resucitar" la versión original. Por cierto que existe grabación en cd y dvd del experimento, por lo demás muy interesante.
Y esto, lo que escucharon en Milán una vez corregida, aumentada y -en mi opinión- mejorada. Vamos, la obertura de la Forza de toda la vida, con Riccardo Muti en la Scala.
Luego, si se puede, seguiremos celebrando el cumpleaños de esta ópera... Eso sí, si sois de la forzadestinera cofradía, recordad que ya hay por aquí una selección con Leonora de Vargas en carne mortal.
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