miércoles, 19 de diciembre de 2007

Ah, Violetta! (1)

Últimamente, estoy bastante maniática revisando vídeos de La Traviata. En tiempos fue mi ópera favorita, ahora sigo amándola pero ya no es para tanto. En fin, es una lástima que de la mayor Violetta de todos los tiempos (sí, Ella) no se conserven sino algunos pequeños fragmentos filmados de la célebre noche lisboeta con Alfredo Kraus haciendo de su impresentable (para mí Alfredo es el malo de la Traviata y de ello tampoco hay quien me apee) tocayo el nene Germont. Una lástima, verdaderamente. No pudiendo tenerla a Ella en una película o en una representación filmadas, hay que conformarse con otras.
Ah, y aquí entra mi primera Violetta en deuvedé. Qué decir. Era joven, ingenua y entonces me pareció interesante, aunque al final me aburrió un poquito. Sí, la Gheorghiu, conocida también por estos pagos como Yoryu, Angelita, etc. La famosa Traviata de 1994 con dirección de su entonces mentor Solti ("Esta chica es increíble, puede hacerlo todo", habría dicho Sir Georg) y acompañada por Frank Lopardo (que no me gustó mucho) y Leo Nucci como papá Germont. La verdad sea dicha, revisada con el paso del tiempo lo que en un principio me pareció interesante ha ido deshinchándose con el tiempo. Y esto no tiene nada que ver con que la señora de Alagna no sea santo de mi devoción (soy capaz de admirar sus grabaciones de Rondine o de Manon, que no me parecieron mal, sobre todo la primera); cuando yo compré el deuvedé ni sabía quién era pues en mi mente sólo había un nombre (Callas, Callas, Callas). Ya entonces me chocó la manera que tiene la Gheorghiu de enfocar el Sempre libera, agitándose de manera un tanto exagerada, y esa fue una de las cosas que contribuyeron a que no revisitara la grabación muy a menudo. La exageración del personaje no ha hecho sino aumentar, sin contar con que la voz de hoy no es la misma que en 1994; su Violetta de la Scala de julio de este año lo demuestra. Me olvidé del deuvedé hasta prácticamente hoy; incluso ví más a menudo la grabación televisiva de la Traviata del Teatro Real que Ángela plantó porque consideraba la producción de Pizzi inadecuada para la memoria de Verdi, o algo así (no era para tanto). Las malas lenguas dijeron que más bien decidió poner pies en polvorosa al escuchar a Norah Ansellem dar sin dificultad alguna el mi bemol no escrito al final de Sempre libera. Esto último es imposible de verificar, claro; inocente de mí, prefiero pensar que no le gustó la propuesta de Pizzi. Sobre esta del Covent Garden no creo que tuviera demasiada queja. Muy tradicional, lo que menos me gustó fue el Acto III, en el que parecía que la imaginación se había secado definitivamente. Por supuesto todo ello es opinión personal, y puede que haya quien piense lo contrario y considere a esta como la Traviata definitiva en vídeo. De todas las que llevo vistas, debo decir que ninguna acaba de convencerme. Por cierto y para que juzguéis si soy exagerada hablando de la exageración (ah, valga la redundancia) de Ángela Gheorghiu interpretando Sempre libera:

Seguiremos con la serie...

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