En el drama de Sardou, desarrollado en cinco actos, la cantidad de personajes y situaciones es mayor que en el libreto de Illica y Giacosa que serviría para la obra maestra de Puccini. Afortunadamente para Puccini y para nosotros, debo añadir, los libretistas sometieron la obra a una notable reforma.
En el ACTO I comenzamos en un escenario muy familiar: la iglesia de Sant'Andrea della Valle. Aparte de averiguar el nombre de su sacristán (Eusèbe), conocemos al joven criado de Mario Cavaradossi, Gennarino. Por ellos sabemos que cada tarde, cuando el pintor trabaja en la iglesia con las puertas cerradas, la famosa cantante Floria Tosca viene a visitarlo. Después de la irrupción de Mario y de que este se quede solo, Cesare Angelotti sale de su escondrijo en la capilla de los Attavanti. Nos enteramos de este modo de los antecedentes de ambos personajes; Angelotti es napolitano, un partidario de la Revolución perseguido por el odio de Lady Hamilton, con la que tuvo una breve relación en Londres años atrás (se deja entrever que entonces la señora embajadora estaba prostituyéndose), responsable última de su encarcelamiento. Llegado a Roma con los franceses, Angelotti había sido nombrado cónsul de la República Romana, y luego encarcelado a su caída. Después de enterarse de que iba a ser transferido a Nápoles para su ejecución, a lo que había accedido el nuevo jefe de la policía vaticana, el barón Scarpia, Angelotti fue ayudado en su fuga por la marquesa Attavanti, su hermana, casada con un fanático partidario de la monarquía. Cavaradossi, por su parte, también nos descubre su historia familiar; hijo de un noble romano que pasó la mayor parte de su vida en París y de una aristócrata francesa, ha estudiado en la capital gala y ha sido alumno de David. Ahora está en Roma para velar por sus intereses... y por Tosca, una famosa cantante de humildes orígenes (tan humildes que era pastora de cabras en su Verona natal) descubierta por Cimarosa.
Precisamente Floria les interrumpe. La acción transcurre por derroteros muy similares a como sucede en Puccini. Floria muestra su carácter celoso al ver la pintura de su amante (el retrato de la Attavanti) y él la calma como mejor puede. Sardou acentúa el carácter piadoso hasta el fanatismo de la cantante, víctima de su educación (en Verona fue recogida por las benedictinas); Floria habla constantemente de su confesor y le recrimina a Mario que le haya dejado leer La nueva Eloísa de Rousseau; no es extraño que después Cavaradossi prefiera no confiarle la verdad acerca de Angelotti (al que Floria califica, por cierto, como "un enemigo de Dios y un ateo"). Son interrumpidos por Luciana, la doncella de Tosca, que le trae una carta de Paisiello. Floria debe presentarse esa noche en el Palacio Farnese para cantar en honor de la reina Maria Carolina de Nápoles y del general Melas, que acaba de ganar una batalla contra los franceses. Mario queda abatido por la noticia. Tosca se despide y se marcha. Después de una breve conversación con Angelotti y de que suene el cañón del castillo anunciando su fuga, Mario se despide del sacristán dejándole unas monedas, mientras Angelotti se desliza furtivamente fuera de la capilla.
Entra Scarpia, que interroga a Eusèbe y a Gennarino. Por el primero averigua que Mario Cavaradossi acaba de salir precipitadamente. Por el segundo, que la cesta vacía (obviamente Angelotti se ha comido el almuerzo) no es algo habitual; al entrar en la capilla descubre el abanico de la marquesa abandonado justo con unas tijeras y un espejo que Angelotti ha usado para afeitarse. Sabiendo perfectamente que Tosca ha estado allí, como evidencian las flores dejadas ante el altar de la Virgen, decide aprovecharse de la circunstancia durante la fiesta.
ACTO II: transcurre durante la fiesta dada en el Palacio Farnesio por la reina Maria Carolina de Nápoles. Entre los distintos invitados, Scarpia, Treveilhac (un noble francés exiliado), y el marqués Attavanti, que está ofendido porque su esposa ha decidido no acudir a la fiesta. Apesar de ser monárquico, Treveilhac no se encuentra cómodo con las constantes alusiones a la derrota francesa. Schiarrone (sic) comenta con Scarpia que la búsqueda de Cavaradossi en su palacio de la Plaza de España ha sido infructuosa. En cuanto a Tosca, que también es vigilada, no ha hecho nada sospechoso. La propia Floria entra poco después, siendo presentada a Treveilhac. Ante Scarpia, se muestra compasiva por la suerte de Angelotti. Entra la reina, que interroga al barón acerca de fuga. Este, después de tranquilizar a Maria Carolina, inicia una conversación mundana con la cantante que acaba derivando en las visitas de Floria a Sant'Andrea. Fingiendo creer que el abanico es suyo, Scarpia se lo devuelve. Tosca monta en cólera, sobre todo cuando descubre (por boca del marido) que pertenece a la Attavanti. Loca de celos, trata de salir del salón sin prestar atención a la reina o a la cantata. Scarpia finge solidarizarse y logra calmarla lo suficiente para que cante, pero la cantata es interrumpida por la llegada de un correo... Las noticias sobre la derrota francesa eran falsas. La reina se desmaya y en la confusión Tosca aprovecha para huir hacia la villa que Cavaradossi tiene en las afueras, dispuesta a sorprenderle con la Attavanti. Scarpia y sus hombres la siguen, arrastrando en su "cacería" al marqués.
ACTO III: en la villa de Cavaradossi en las afueras. Cavaradossi y Angelotti hablan tranquilamente (acerca de los antecedentes de la villa en cuestión) cuando se escucha chirriar la puerta del jardín de la que sólo Tosca tiene la llave. Angelotti se esconde y la cantante, furiosa y deseando ver a la "intrusa", irrumpe en la habitación, envuelta en lágrimas de furia. A Cavaradossi no le queda otro remedio que decir la verdad. Quien se esconde en la villa no es la Attavanti, sino su hermano. Floria, feliz, se arroja en los brazos de su amante, comunicándole de paso la suspensión de la fiesta a causa de la victoria francesa. La alegría de Mario se ve cortada bruscamente cuando Tosca cae en la cuenta de lo que acaba de hacer; al correr hacia la villa presa de los celos, ha guiado a Scarpia hacia Angelotti... y hacia Cavaradossi. Cuando éste le ruega al napolitano que huya, es tarde; la villa está rodeada. Scarpia, el marqués Attavanti y compañía (incluído el verdugo Roberti) hacen acto de presencia. Aunque Attavanti parece tranquilizado con el hecho de que su esposa no está allí, Scarpia procede a registrar la villa en busca de Angelotti. El registro es infructuoso. Scarpia entonces ordena la tortura del pintor, interrongando mientras a Tosca. Es la escena de la tortura que todos conocemos, solo que en la propia casa de Cavaradossi. Tosca cede a la presión y revela el escondite de Angelotti, al que poco después traen muerto; ha preferido envenenarse a caer en sus manos. Scarpia ordena la detención de Mario y de la cantante y los lleva a Sant'Angelo.
ACTO IV: despacho de Scarpia en el Castillo de Sant'Angelo. Cavaradossi está listo para la ejecución, Tosca ha sido alojada en los aposentos de Scarpia, que ordena que la conduzcan a su presencia. Después de anunciarle la próxima ejecución de su amante, le comunica que es libre, pero que no debe pensar en pedirle gracia a la reina, porque su perdón llegaría demasiado tarde. La escena se desarrolla de la misma manera que en el Acto II de la ópera (incluyendo la irrupciónde Spoletta y la velada alusión al conde Palmieri), culminando en la muerte de Scarpia. Floria le dedica una frase que suena bastante más despectiva que en su "traducción" italiana: Et c'est devant ça que tremblait toute une ville! (¡Y ante esto temblaba una ciudad entera!); luego sale después de arrebatarle el salvoconducto y del pequeño ritual de los candelabros y el crucifijo.
ACTO V: capilla del Castillo Sant'Angelo en la que los condenados esperan su ejecución. Mario duerme. Spoletta lo despierta para advertirle de que tiene una visita. Esta es, naturalmente, Floria. Scarpia había dado órdenes de que no se le molestara y de que la cantante tenía vía libre para moverse por el castillo. Floria enseña el salvoconducto a su amante y le pone al corriente de todo lo sucedido, así como de la ejecución "fingida". La ejecución tiene lugar entonces. Floria se acerca a Mario y descubre su muerte. Se lanza enfurecida contra Spoletta y Sciarrone; fríamente, Spoletta responde que esas eran sus órdenes: hacer lo mismo que con Palmieri. Tosca se lamenta de no poder matar de nuevo a Scarpia. Ante la sorpresa general, la cantante confiesa el asesinato y afirma que lo repetiría de nuevo, si le fuera posible. Aunque al principio la creen enloquecida por el dolor, acaban por encontrar el cadáver del barón. Spoletta grita a Tosca que pronto la enviará a reunirse con su amante. Tosca se zafa de ellos y se arroja al vacío, gritando que allí es donde va.
Embrollado, ¿verdad? En mi opinión, Illica y Giacosa mejoraron notablemente el original.
Precisamente Floria les interrumpe. La acción transcurre por derroteros muy similares a como sucede en Puccini. Floria muestra su carácter celoso al ver la pintura de su amante (el retrato de la Attavanti) y él la calma como mejor puede. Sardou acentúa el carácter piadoso hasta el fanatismo de la cantante, víctima de su educación (en Verona fue recogida por las benedictinas); Floria habla constantemente de su confesor y le recrimina a Mario que le haya dejado leer La nueva Eloísa de Rousseau; no es extraño que después Cavaradossi prefiera no confiarle la verdad acerca de Angelotti (al que Floria califica, por cierto, como "un enemigo de Dios y un ateo"). Son interrumpidos por Luciana, la doncella de Tosca, que le trae una carta de Paisiello. Floria debe presentarse esa noche en el Palacio Farnese para cantar en honor de la reina Maria Carolina de Nápoles y del general Melas, que acaba de ganar una batalla contra los franceses. Mario queda abatido por la noticia. Tosca se despide y se marcha. Después de una breve conversación con Angelotti y de que suene el cañón del castillo anunciando su fuga, Mario se despide del sacristán dejándole unas monedas, mientras Angelotti se desliza furtivamente fuera de la capilla.
Entra Scarpia, que interroga a Eusèbe y a Gennarino. Por el primero averigua que Mario Cavaradossi acaba de salir precipitadamente. Por el segundo, que la cesta vacía (obviamente Angelotti se ha comido el almuerzo) no es algo habitual; al entrar en la capilla descubre el abanico de la marquesa abandonado justo con unas tijeras y un espejo que Angelotti ha usado para afeitarse. Sabiendo perfectamente que Tosca ha estado allí, como evidencian las flores dejadas ante el altar de la Virgen, decide aprovecharse de la circunstancia durante la fiesta.
ACTO II: transcurre durante la fiesta dada en el Palacio Farnesio por la reina Maria Carolina de Nápoles. Entre los distintos invitados, Scarpia, Treveilhac (un noble francés exiliado), y el marqués Attavanti, que está ofendido porque su esposa ha decidido no acudir a la fiesta. Apesar de ser monárquico, Treveilhac no se encuentra cómodo con las constantes alusiones a la derrota francesa. Schiarrone (sic) comenta con Scarpia que la búsqueda de Cavaradossi en su palacio de la Plaza de España ha sido infructuosa. En cuanto a Tosca, que también es vigilada, no ha hecho nada sospechoso. La propia Floria entra poco después, siendo presentada a Treveilhac. Ante Scarpia, se muestra compasiva por la suerte de Angelotti. Entra la reina, que interroga al barón acerca de fuga. Este, después de tranquilizar a Maria Carolina, inicia una conversación mundana con la cantante que acaba derivando en las visitas de Floria a Sant'Andrea. Fingiendo creer que el abanico es suyo, Scarpia se lo devuelve. Tosca monta en cólera, sobre todo cuando descubre (por boca del marido) que pertenece a la Attavanti. Loca de celos, trata de salir del salón sin prestar atención a la reina o a la cantata. Scarpia finge solidarizarse y logra calmarla lo suficiente para que cante, pero la cantata es interrumpida por la llegada de un correo... Las noticias sobre la derrota francesa eran falsas. La reina se desmaya y en la confusión Tosca aprovecha para huir hacia la villa que Cavaradossi tiene en las afueras, dispuesta a sorprenderle con la Attavanti. Scarpia y sus hombres la siguen, arrastrando en su "cacería" al marqués.
ACTO III: en la villa de Cavaradossi en las afueras. Cavaradossi y Angelotti hablan tranquilamente (acerca de los antecedentes de la villa en cuestión) cuando se escucha chirriar la puerta del jardín de la que sólo Tosca tiene la llave. Angelotti se esconde y la cantante, furiosa y deseando ver a la "intrusa", irrumpe en la habitación, envuelta en lágrimas de furia. A Cavaradossi no le queda otro remedio que decir la verdad. Quien se esconde en la villa no es la Attavanti, sino su hermano. Floria, feliz, se arroja en los brazos de su amante, comunicándole de paso la suspensión de la fiesta a causa de la victoria francesa. La alegría de Mario se ve cortada bruscamente cuando Tosca cae en la cuenta de lo que acaba de hacer; al correr hacia la villa presa de los celos, ha guiado a Scarpia hacia Angelotti... y hacia Cavaradossi. Cuando éste le ruega al napolitano que huya, es tarde; la villa está rodeada. Scarpia, el marqués Attavanti y compañía (incluído el verdugo Roberti) hacen acto de presencia. Aunque Attavanti parece tranquilizado con el hecho de que su esposa no está allí, Scarpia procede a registrar la villa en busca de Angelotti. El registro es infructuoso. Scarpia entonces ordena la tortura del pintor, interrongando mientras a Tosca. Es la escena de la tortura que todos conocemos, solo que en la propia casa de Cavaradossi. Tosca cede a la presión y revela el escondite de Angelotti, al que poco después traen muerto; ha preferido envenenarse a caer en sus manos. Scarpia ordena la detención de Mario y de la cantante y los lleva a Sant'Angelo.
ACTO IV: despacho de Scarpia en el Castillo de Sant'Angelo. Cavaradossi está listo para la ejecución, Tosca ha sido alojada en los aposentos de Scarpia, que ordena que la conduzcan a su presencia. Después de anunciarle la próxima ejecución de su amante, le comunica que es libre, pero que no debe pensar en pedirle gracia a la reina, porque su perdón llegaría demasiado tarde. La escena se desarrolla de la misma manera que en el Acto II de la ópera (incluyendo la irrupciónde Spoletta y la velada alusión al conde Palmieri), culminando en la muerte de Scarpia. Floria le dedica una frase que suena bastante más despectiva que en su "traducción" italiana: Et c'est devant ça que tremblait toute une ville! (¡Y ante esto temblaba una ciudad entera!); luego sale después de arrebatarle el salvoconducto y del pequeño ritual de los candelabros y el crucifijo.
ACTO V: capilla del Castillo Sant'Angelo en la que los condenados esperan su ejecución. Mario duerme. Spoletta lo despierta para advertirle de que tiene una visita. Esta es, naturalmente, Floria. Scarpia había dado órdenes de que no se le molestara y de que la cantante tenía vía libre para moverse por el castillo. Floria enseña el salvoconducto a su amante y le pone al corriente de todo lo sucedido, así como de la ejecución "fingida". La ejecución tiene lugar entonces. Floria se acerca a Mario y descubre su muerte. Se lanza enfurecida contra Spoletta y Sciarrone; fríamente, Spoletta responde que esas eran sus órdenes: hacer lo mismo que con Palmieri. Tosca se lamenta de no poder matar de nuevo a Scarpia. Ante la sorpresa general, la cantante confiesa el asesinato y afirma que lo repetiría de nuevo, si le fuera posible. Aunque al principio la creen enloquecida por el dolor, acaban por encontrar el cadáver del barón. Spoletta grita a Tosca que pronto la enviará a reunirse con su amante. Tosca se zafa de ellos y se arroja al vacío, gritando que allí es donde va.
Embrollado, ¿verdad? En mi opinión, Illica y Giacosa mejoraron notablemente el original.
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