jueves, 10 de enero de 2008

Tosca y Puccini: el encuentro, Illica, Giacosa.

Cartel original de Tosca

En 1889, año en el que estrenaba Edgar (su segunda ópera) en la Scala, Puccini asistió a una representación de La Tosca de Sardou, protagonizada por Sarah Bernhardt. Giacomo Puccini no sabía una palabra de francés, pero los gestos de la actriz hicieron que se sintiera impresionado. La Tosca era un drama que a nadie dejaba indiferente, y en ciertos lugares se consideraba demasiado truculento, llegando incluso a establecerse cierta censura sobre el argumento. Por ejemplo, en Londres el suicidio de la protagonista se sustituyó con su "fusilamiento" improvisado (descubierto el asesinato de Scarpia) por parte de los soldados que habían formado el pelotón para la ejecución de Mario. Sea como fuere, e impresionado, Puccini aconsejó a Ricordi que negociase con Victorien Sardou la compra de los derechos para convertir La Tosca en una ópera. Pero parece ser que no pensó en un primer momento en componerla él. Edgar había pasado sin pena ni gloria, y el compositor no se sentía suficientemente seguro. El elegido en origen para poner música al drama de Sardou (que se mostró conforme con la conversión de La Tosca en una ópera) fue Alberto Franchetti (1860-1942). Franchetti, denominado "el Meyerbeer italiano", pertenecía a la aristocracia y había cosechado cierto éxito con Asrael. Para el libreto se nombró a Luigi Illica.

Alberto Franchetti, el hombre que pudo componer Tosca...
pero no lo hizo

Sin embargo, Franchetti jamás compondría Tosca, como sabemos. Puccini, que para aquellos años ya había afirmado su situación con Manon Lescaut y La Bohème, se había interesado repentinamente en La Tosca, sobre todo después de la visita de Franchetti a Sardou que, por otra parte y dicho sea de paso, no era muy partidario de Puccini. Al parecer fue Luigi Illica quien convenció a Franchetti de que abandonara el proyecto. El trío Puccini-Illica-Giacosa ya había trabajado con efectividad, aunque no muy pacíficamente (sobre todo en lo que a los libretistas respecta) en La Bohème. Illica en solitario había trabajado en Manon Lescaut, otro proyecto problemático, aparte de ser el autor de otro libreto que guarda ciertas similitudes con Tosca: Andrea Chénier, para Umberto Giordano.
Los libretistas se repartían el trabajo de la siguiente manera: Luigi Illica se ocupaba de establecer la trama principal y Giuseppe Giacosa se ocupaba más de la versificación en sí. Aparte de eso, Giacosa a menudo mediaba (siendo el mayor y el de carácter más pacífico) en las discusiones que a menudo se entablaban entre los dos miembros más jóvenes e impulsivos del trío; Puccini solía llamarlo "Buda" por su carácter equilibrado, aparte de por su notable corpulencia. No obstante, la calma de Giacosa a veces no bastaba, y más de una vez amenazó a Puccini en dejar su trabajo por la constante intervención del meticuloso compositor en la creación del libreto.
Giuseppe Giacosa, el "Buda" de Puccini

Aparte de libretista, Giuseppe Giacosa (1847-1906) era un dramaturgo afamado. Había escrito obras, oh casualidad, para Sarah Bernhardt, aparte de ser profesor de Literatura Dramática en el Conservatorio de Milán, y director de un periódico. Giacosa trataba de conciliar las exigencias dramáticas necesarias a un texto para la ópera con cierto refinamiento literario, cierto "nivel" en la versificación, mientras Illica se centraba más en el aspecto dramático que pudiera "servir" al compositor como un lienzo sobre el que operar libremente. Trabajador concienzudo (que a veces decía sentirse fatigado por sus esfuerzos), Giacosa odiaba que se le metiera prisa. Reconocía que no tenía la "prodigiosa facilidad" de Illica. Su orgullo como literato de prestigio a veces le hacía sentirse incómodo escribiendo libretos. Por otra parte, era incapaz de sentir resentimiento contra nadie, aunque a veces le irritasen las, a su juicio, excesivas intromisiones de Puccini en su trabajo.
Luigi Illica

El tercero en el "equipo" que llevó adelante a Floria Tosca y sus desventuras fue Luigi Illica (1857-1919). Dramaturgo y periodista, aunque sin el nivel literario de su compañero Giacosa, tenía una visión completamente distinta de lo que debía ser un libreto operístico. "La forma di un libretto la fa la musica, soltanto la musica e niente altro che la musica!", escribiría en una carta a Puccini después de la muerte de Giacosa, en el curso de un proyecto que no llegaría a buen puerto. Según él, los versos eran simplemente "para la comodidad de los sordos", y valoraba un uso pragmático de ellos, sacrificándolos no sólo a la música sino a un cierto "naturalismo". Illica era un libretista muy solicitado por los compositores; trabajaba velozmente y tenía ingenio, pero, aunque podía ser - tal como lo definía Ricordi- "un caballero", también tenía un carácter impulsivo e irascible que volvía un poco difícil trabajar con él. Sin embargo tenía una agilidad para idear tramas y situaciones dramáticas de la que el más pacífico Giacosa carecía. Sin embargo Puccini consideraba que a veces se dejaba llevar por su carácter inestable y fantasioso.
Juntos, Giacosa e Illica concentraron los cinco actos en tres, eliminando todos los aspectos superfluos, lo que contribuyó a hacer la acción (liberada de los personajes populares como Gennarino o Luciana, reduciendo drásticamente la presencia de otros como el sacristán de Sant'Andrea y eliminando las alusiones políticas a la mínima expresión) mucho más eficaz que en el embrollado drama de Sardou, y a la vez, de una oscuridad mayor.



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