Maurice Leloir: Manon Lescaut (1892). Leloir fue un habitual ilustrador
de la Francia del s. XIX. Entre los libros que ilustró estaba Manon Lescaut
(también era un habitual en Dumas); además fue el responsable de los carteles
para el estreno de Manon de Massenet.
de la Francia del s. XIX. Entre los libros que ilustró estaba Manon Lescaut
(también era un habitual en Dumas); además fue el responsable de los carteles
para el estreno de Manon de Massenet.
Lo de Jules Massenet con Manon roza la obsesión enfermiza. Nada menos que tres de sus obras estuvieron dedicadas a la jovencita y a su enamorado Des Grieux. Su ópera en cinco actos (una opéra-comique) Manon, la ópera en un acto Le portrait de Manon, y el ballet La historia de Manon Lescaut. La principal rival de la ópera de Puccini será naturalmente Manon, que hoy mantiene un privilegiado rango en el repertorio operístico, incluso más alto que el de su "hermana" italiana. Estrenada en 1884 con libreto de Henri Meilhac y Philippe Gille, seguía con mayor fidelidad el argumento de la novela de Prévost, aunque con algunas excepciones. Auber ya había convertido a Lescaut en el primo, no el hermano, de Manon, y Massenet mantuvo el cambio de parentesco. Si añadió la escena de Saint-Sulpice, de gran importancia en la novela, que tanto Auber como Puccini evitaron. Massenet sigue una línea narrativa más detallada de la historia de Manon, aunque cambia igualmente el lugar del desenlace; en esta Manon, la protagonista no llega a embarcar para América, muriendo de agotamiento en el camino a Le Havre, mientras Des Grieux trata de liberarla. Este tiene un mayor protagonismo que en Auber (donde el papel no tenía una sola aria), mientras que la heroína tiene un carácter dulcificado frente a la criatura de Prévost, e incluso frente a Puccini. Manon, además, sufre en esta visión massenetiana una transformación desde la muchachita excitada por la novedad de su primer viaje hasta la sofisticada élegante del cuadro del Cours-la-Reine, para llegar a la criatura devastada del Acto V (en origen, segunda escena del IV). Sin embargo Manon, en manos inadecuadas, puede acabar en la ñoñería y el aburrimiento (el ballet de la escena del Cours-la-Reine es tan aburrido que la propia Manon prefiere salir huyendo hacia Saint-Sulpice), como es también el caso de su hermana pucciniana (a Auber no le salva ni Santa Cecilia en carne mortal). Manon es una obra popular. Toda soprano que se precie graba al menos el aria de la Petite table o la escena del Cours-la-Reine, aunque pocas lleguen a los niveles de entendimiento del personaje a los que llegaba Beverly Sills, aquí cantando la Gavota del Acto III:
Para terminar, una pequeña selección videográfica, perteneciente a las representaciones del pasado julio en el Liceu de Barcelona, con la Manon de Natalie Dessay (poco adaptada al papel vocalmente se dijo, pero para mí magistral interpretativamente) y el Des Grieux de Rolando Villazón, que lo pasó bastante mal, sobre todo en Saint-Sulpice. Eso sí, almas sensibles, preparad los pañuelos, los vais a necesitar.
Je suis encore tout étourdie:
Allons, il le faut... Adieu, notre petite table:
Y por último el dúo final:
La escena del Cours-la-Reine:
La escena de Saint-Sulpice:
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