De las obras literarias de Henri Murger (1822-1861) Scènes de la vie de Bohème es la más célebre. También sería autor, de unas Scènes de la vie de jeunesse (1851), otras Scènes de campagne (1854), etc. La que nos ocupa, y que nos interesa, reflejaba en cierta medida su primera juventud pasada en compañía de unos artistas nada ricos en recursos en el Barrio Latino de París, su ciudad natal. Hijo de un sastre que a la vez (curiosa mezcla) era portero en un edificio de la Rue Saint-Georges, Murger recibió una educación somera. Sin embargo, consiguió entrar en el despacho de un abogado donde, para desesperación paterna, se entretenía escribiendo versos. De alguna manera los versos llamaron la atención de un miembro de la Academia, que le consiguió un trabajo como secretario de un noble ruso, el Conde Tolstoi. Tolstoi (sin relación al parecer con el autor de Guerra y Paz) le pagaba una miseria: cincuenta francos al mes. Pero al parecer el tiempo que pasó como su secretario contribuyó a mejorar su formación. Entretanto, seguía escribiendo. Primero poesía, luego cosas más prácticas que podían encontrar una salida al mercado literario. Ejemplo, sus escritos para periódicos como el Moniteur de la Mode, o incluso el Castor, conocido por todos los amantes de Puccini... Alrededor de 1844, Murger entró en el periódico Le Corsaire, en el que por fin publicaría sus Scènes de la vie Bohème en forma de folletín. Por cada entrega, su autor recibía quince francos. No era mucho, pero el trabajo causó cierta sensación en los círculos literarios a los que llegaba el periódico. Le Corsaire no tenía gran tirada ni difusión. Cuando se publicó en un solo volumen, lo vendería a un editor por quinientos. La verdadera "eclosión" de las Scènes... tuvo lugar cuando el dramaturgo Theodore Barrière (1823-1877) le propuso a Murger la posibilidad de una adaptación teatral de su libro. La historia de cómo Barrière convenció a Murger para que aceptase que su obra se llevase a escena es digna de figurar en los cuatro actos de La Bohème. El dramaturgo fue a verlo y se lo encontró en cama, porque, al haberle prestado su único par de pantalones a un amigo, no podía salir de la buhardilla (con una sola silla) en la que vivía. En 1849, La Vie de Bohème, como se llamó al drama adaptado por Barrière con colaboración de Murger, subía al escenario del Varietés y se convertía en un éxito. De modo que Murger consiguió salir de la miseria, y hacerse un nombre en el mundo literario de París; moriría prematuramente en 1861, siendo enterrado en el cementerio de Montmartre.
Murger era un personaje curioso; adicto al café (como Balzac, su contemporáneo) trabajaba de noche rodeado de velas, bebiendo taza tras taza. Esto causaba una permanente hiperactividad; para él era una tortura estar en un mismo lugar durante más de una hora. Perfeccionista y siempre consciente de su formación deficiente, solía hacer y rehacer sus ideas, escogiendo la que le parecía mejor plasmada. Era sumamente cuidadoso en la elaboración de sus obras, y probablemente esta obsesión retrasaba la publicación de las mismas.
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