domingo, 29 de junio de 2008

Mi chiamano Mimì

¿Sería así Mimì?

"Llamamos modistilla a la joven que, sin oficio ni beneficio, se ve obligada a trabajar para vivir y no tiene más sostén que el trabajo de sus manos. Esta clase está formada en su mayoría por montadoras de cofias, costureras y obreras de la lencería. Todas estas hijas del pueblo, acostumbradas desde la infancia a un trabajo asiduo para ganarse el sustento, abandonan a los dieciocho años a sus humildes progenitores, alquilan una habitación particular y se abandonan a su fantasía (...). La modistilla es más feliz en su pobreza que la hija del burgués (...). Su indigencia le confiere plena libertad y su felicidad procede en ocasiones de no haber tenido dote (...). De este modo la modistilla se hace libre; amparada en su oficio, se abandona a sus caprichos y no tarda
en encontrar en el mundo un amigo que no se ata a ella y la mantiene".

Louis-Sébastien Mercier, Escenas de París.



La verdadera Mimì (o Lucia, o Lucille, como su original literario) parece haber sido una amiga de Murger, Marie, cuyo apellido de casada era Duchampy. El primer amor (y tal vez un modelo más para su creación literaria) de Murger había sido una tal Angèle, una prima suya hija de un fabricante de estufas. Marie era una muchacha pálida y de ojos azules que demostró siempre una gran compasión hacia Murger, aun después de casarse. El escritor siempre conservó un ramo de flores secas, unos guantes y un antifaz de terciopelo pertenecientes a Marie. Su "hermana" en la ficción moriría afectada por la tisis en un hospital, desterrada del edificio por el casero Benoît, que no admitía muertes en su edificio. Rodolphe, que no había sido informado a tiempo, ni siquiera pudo reclamar su cadáver. Theodore de Bainville escribe: "La verdadera Mimì era una de esas enfermizas flores parisinas que nacen y crecen en la sombra, sin un rayo de luz, y que se vuelven locas de alegría cuando, en Marlotte o Bougival, ven por fin el sol. Muy pálida, la piel blanca como la de un cadáver, los cabellos castaños algo marchitos, los ojos azul-gris; uno podía ver que había sufrido con resignación, y que la pobreza con un poeta debía de parecerle el paraíso". Un tercer modelo real para Mimì pudo ser una fugaz amante de Murger, Juliette, una joven rubia que, muy educadamente, ofrecía té a los bohemios amigos de su amante sentándose a escuchar sus conversaciones mientras tosía a causa de los cigarros que fumaban. Esta aspirante a Mimì murió prematuramente, como sus hermanas de ficción. Escuchemos (y veamos, en algunos casos) a...

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