miércoles, 2 de julio de 2008

Le Villi: las fuentes.

Normalmente se cita a Heinrich Heine (1797-1856) como el que fijó la leyenda germana de las willis, las jóvenes que son abandonadas o mueren la víspera de su boda (o ambas cosas, lo que es rizar el rizo...) y que no descansan en paz. Según Heine, las "pobres criaturas" no pueden reposar en sus tumbas al no haber satisfecho su pasión por el baile. Por las noches se presentan en los caminos y atraen a los jóvenes, a los que hacen danzar hasta caer muertos. Un tema que, aparte de Le Villi, inspirará una de las cumbres del ballet romántico, Giselle. El folklore de toda Europa central está lleno de variantes de esta criatura, a la que se atribuyen diversos nombres y orígenes. Se les puede llamar Willi, o Vili, o Veela (no, no las inventó J.K. Rowling), o Vila. En origen se trataba de una especie de ninfa de los bosques, pero con poder sobre los fenómenos atmosféricos, que podían presentarse como hermosas mujeres, pero también como cisnes, caballos o incluso lobos. Podían habitar en los árboles, en las nubes o en el océano. Su pasatiempo favorito, hacer que los viajeros se perdieran en las tormentas. Esta leyenda tiene ligeras variantes en la "wila" polaca y la "vila" serbia, muy similares. También estas dos variedades pueden presentarse como cisne, serpiente, halcón, caballo o lobo, o bien como una hermosa doncella de larga cabellera, a menudo sin más vestido que ésta... Estas "vilas" son espíritus de mujeres frívolas o infieles que vagan entre los vivos y los muertos, sin ser ni una cosa ni la otra (algo que las conecta con los vampiros). Si bajo su forma humana se les arranca uno solo de sus largos cabellos, mueren. Si bajo su forma animal se les arranca una pluma de sus alas, las vilas caen bajo control de quien las conserva, pero si éste comete el error de devolvérselas, la vila desaparece. Tienen una voz tan hermosa que aquel que la escucha se olvida de comer y puede llegar a morir. Aparte de todo esto, cuando combaten entre sí, la tierra tiembla. Las vilas tienen poderes proféticos, además de la costumbre de invitar a bailar a los jóvenes hasta matarlos de agotamiento y de cabalgar en ciervos o caballos espectrales, atravesando de un flechazo el corazón de los hombres que han roto una promesa. Otra alusión musical a estas criaturas la encontramos en la conocida Vilja, de La Viuda alegre, de Franz Léhar, aquí en versión de Joan Sutherland (vídeo de midas45):

La versión céltica de esta criatura sería la "vilia" o "vilya", que seduce a los hombres con su belleza y luego los abandona, a menudo porque está condenada por toda la eternidad a ser infeliz y a no encontrar el amor jamás. Si lo hacen, el amado morirá de la manera más terrible. Por último tenemos a la samovily búlgara, cuya condena viene por no haber sido bautizada.

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