jueves, 12 de febrero de 2009

La Traviata: el argumento

La Traviata, de Giuseppe Verdi, se abre con un breve Preludio en el que, después de un tema que oiremos antes del Acto III y durante toda la primera parte del mismo (y que podemos asociar con la agonía de Violetta) ya se nos augura la gran frase de la heroína en la escena primera del Acto II, Amami, Alfredo!. Podemos verlo dirigido en esta ocasión por Sir Georg Solti (un hombre que se prodigó poco en la discografía de esta ópera) al frente de la orquesta del Covent Garden, en 1994. Vídeo de gabrielpadilla.

El telón se abre entonces sobre la fiesta del Acto I en la que se encuentran nuestros dos protagonistas: Violetta Valéry, la célebre cortesana (y anfitriona de la velada) y Alfredo Germont, el joven sin-oficio-conocido que la ama en secreto. Después de que Gaston, vizconde de Lethorieres, presente a Alfredo ante la concurrencia formada por Violetta, su amiga Flora Bervoix, el Marqués d'Obigny y el barón Douphol (que, como amante titulado de la señora de la casa, siente inmediata antipatía), y después de que la cortesana haya acogido con burlona incredulidad la evidente admiración que el joven siente por ella, tiene lugar el famoso brindis, que, rechazado por el barón, entona el propio Alfredo. He aquí un fragmento popular, maltratado y sacado de contexto ad nauseam (ha sido incluído, como bien sabréis, hasta en los conciertos de los Tres Tenores y en toda gala lírico-festiva de cierto nivel; y en las que no tienen nivel, también). Para ser originales, disfrutémoslo en las voces de Leyla Gencer y Flaviano Labò:

(vídeo de luiscar89).
Después de esa manifestación hedonista que es el Brindis, Violetta invita a los presentes a bailar en la estancia contigua. Sin embargo, se siente mal y tiene que quedarse atrás. Alfredo es el único que se interesa por cómo se encuentra. Después, en el dúo Un dì, felice, mientras -repentinamente- la música de la fiesta se esfuma, como si hubiera pasado a otro plano, Alfredo le confiesa que la ama desde hace un año. Violetta (tras manifestar incialmente su escepticismo) reacciona, entre bromas y veras, aconsejándole que la olvide, porque ella no puede sentir un amor semejante. Veamos a una joven Angela Gheorghiu y (desgraciadamente viene en el lote) a Frank Lopardo dirigidos por Georg Solti. El vídeo es de nehotaratul.

Cuando Gastón irrumpe en la sala en busca de los rezagados, con él vuelve la música de la fiesta. Violetta le quita hierro al coloquio diciéndole que Alfredo y ella estaban tonteando, después de lo cual le ordena a su admirador que no le vuelva a hablar de amor. El joven Germont se siente herido y está dispuesto a marcharse. Violetta, entonces, le entrega una flor y le pide que se la devuelva cuando se haya marchado. En otras palabras, le da una cita para el día siguiente, tal vez esperando que eso calme los delirios amorosos de Alfredo. El caso es que éste se muestra doblemente feliz y se marcha, poco antes de que lo hagan los demás invitados, que se despiden de su anfitriona dejándola sola. Y, una vez se ha quedado la casa vacía, Violetta se arranca la máscara de indiferencia: las palabras de Alfredo han hecho más efecto de lo que ella querría reconocer. En el aria Ah, fors'è lui Violetta expresa el temor y la esperanza de que este joven la haga experimentar el amor que nunca antes ha sentido; acaba por repetir las mismas palabras que Alfredo le ha dicho: Amor è palpito... Lo normal (como en el caso de Addio, del passato) fue, durante mucho tiempo, cortar la segunda estrofa de este aria. En su versión integral y con Beverly Sills (con la Royal Philharmonic bajo las órdenes de Aldo Ceccato) suena así:

Pero Violetta no quiere abandonar tan fácilmente la existencia que hasta ahora ha llevado, y eso se manifiesta en la cabaletta, Follie, follie!... Sempre libera en la que es interrumpida por el canto de Alfredo que retoma sus frases del dúo del Acto I. Tradicionalmente se concluye la cabaletta con un mi bemol por parte de la soprano, aunque no todas lo han hecho (Ponselle por ejemplo no lo incluye en la grabación en vivo que de ella se conserva). Escuchemos a una de las mejores Violettas en lo que al Acto I respecta, Joan Sutherland, en su primera grabación en estudio, con Carlo Bergonzi como Alfredo y bajo dirección de John Pritchard:

El Acto II a menudo se dividía en el pasado, debido a la dificultad que entrañaba el cambio de decorado entre la Escena Primera, que transcurre en la casa de Auteuil en la que Alfredo y Violetta viven su idilio, y la Escena Segunda, que tiene lugar en la casa de Flora Bervoix. Al inicio del Acto II nos encontramos con un Alfredo radiante que lleva tres meses con su amada Violetta, que se ha propuesto vivir sólo para él y que ha dejado atrás su antigua vida. No obstante, con la entrada de Annina, Alfredo descubre la verdad. En pocas palabras, es un mantenido y Violetta está vendiendo todo cuanto tiene para conservar el pequeño oasis de Auteuil. Alfredo se siente avergonzado y decide poner remedio a la situación, no sin antes advertir a Annina que no debe revelar a su señora lo que va a hacer. Tradición afianzada hasta bien entrados los sesenta era cortar la cabaletta O mio rimorso. Otra tradición que se contradice con lo anterior era coronar la dicha cabaletta con un do (opinión personal: añadido horrible y que nada tiene que ver con el personaje, que es un señorito que va al notario de la familia y no un guerrero dispuesto a hacer uso de una catapulta). Escuchemos a Alfredo Kraus (en el Teatro de la Zarzuela, 1977) en el aria, en un vídeo de Oneguin65:

Después de la partida de Alfredo, Violetta tiene una sorpresa nada agradable: la visita de Germont padre. Éste viene con todos sus prejuicios a cuestas dispuesto a romper la relación entre Violetta y su hijo, que hace daño a la reputación de la familia. No obstante, lo que encuentra no es lo que esperaba. La mujer con la que Alfredo convive no es una cualquiera sedienta del dinero de los Germont (de hecho es ella la que mantiene la casa, y no su amante); de esto se aprovecha el padre de Alfredo para apelar, no a sus intereses, sino a su corazón. Le explica entonces que su joven e inocente hija no podrá casarse si la relación entre Alfredo y ella continúa, que el idilio no durará, ya que, señala Germont (poniendo escasa confianza sobre la constancia de Alfredo), una vez la pasión se desvanezca, la unión, no reconocida por el Cielo (léase Iglesia) no aguantará. Violetta, que se ha defendido por todos los medios posibles de la exigencia de Germont, se rinde a la evidencia y consiente en renunciar a lo único que la hacía feliz, con la condición de que Germont se lo cuente más tarde (esto es, cuando la enfermedad haya acabado con ella) a Alfredo. Escuchemos a Maria Callas y Ettore Bastianini en el extenso dúo de Violetta y Germont:


Vídeos de Macbett0
Una vez se ha despedido de Germont, Violetta escribe una carta a Douphol y se la entrega a una sorprendida Annina. Luego, mientras escribe la carta de ruptura a Alfredo, este aparece. Violetta le suplica que la ame como ella lo ama a él y se esfuma, dejando tras de sí a su amante que parece muy satisfecho de desatar tales sentimientos. De nuevo, Callas:

(vídeo de 214Juan)
La alegría dura poco, porque de inmediato llega el mensajero con la carta de ruptura. Alfredo se desespera, y la entrada de su padre de nada sirve para consolarlo. Germont le ruega a su hijo que vuelva con él a la Provenza natal. Loco de celos al creer (acertadamente, aunque equivocado en los motivos) que Violetta ha vuelto con Douphol, Alfredo sale a toda prisa para ir a encontrarla a la fiesta a la que Flora los había invitado. Titta Ruffo en Di Provenza:

(del canal de baritonoguapo)
La cabaletta posterior (No, non udrai rimproveri) de Germont solía cortarse.

La Escena Segunda transcurre, como ya hemos dicho, en la casa de Flora, durante una fiesta de disfraces. Tras el cotilleo entre Flora, el Marqués y el Doctor Grenvil sobre la ruptura de Violetta y Alfredo y unas cuantas escenas "folcklóricas" con invitados disfrazados de gitanas y toreros, entra Alfredo, que finje indiferencia cuando le preguntan por Violetta y se sienta a la mesa de juego. Ella llega poco después del brazo del barón y la tensión sube irremediablemente; mientras Alfredo gana partida tras partida, lanza indirectas contra la cortesana, hasta que un criado de Flora interrumpe el juego anunciando que la cena está lista. Violetta llama aparte a Alfredo para rogarle que abandone la fiesta; teme que el barón rete a Alfredo a un duelo. Una vez más, él la malinterpreta y le pregunta si teme quedarse sin protector; luego, al decirle ella que ha jurado a quien tenía derecho a pedirlo que se alejaría de él, le responde que si ama a Germont. Para no revelar la verdad, Violetta contesta que sí. Alfredo entonces llama a los invitados y, ante todos, humilla a la cortesana al arrojarle el dinero que había ganado en el juego, en pago de lo que había gastado durante el verano. Violetta se desmaya. La indignación es generalizada, y compartida por Germont que, entrando en el salón, echa en cara a su hijo un acto tan despreciable. El acto termina con Alfredo (retado a duelo por el barón) manifestando su remordimiento y con Violetta proclamando que lo amará incluso después de muerta. Veamos la escena entera con un jovencito Alagna (qué bien cantaba, demonios) y la fugaz Tiziana Fabbricini como Violetta. Paolo Coni es Germont. Coro y orquesta de la Scala con Riccardo Muti en el foso Vídeo de Onegin65.

Solti, de nuevo, nos lleva al Preludio del Acto III, que, siempre se ha dicho, fue el modelo en el que se basaron muchos compositores del verismo a la hora de introducir el Intermezzo dentro de sus descarnadas óperas.

Nos encontramos nuevamente en casa de Violetta, pero lejos de sus tiempos de esplendor. La antigua cortesana está moribunda, acompañada únicamente por su fiel Annina y la única visita que recibe de cuando en cuando es la del Doctor Grenvil, il vero amico. Después de revisar a Violetta, el doctor le anuncia que pronto sanará, pero ella no le cree. Con razón; instantes después reconoce ante Annina que le quedan sólo unas horas de vida. Tras pedir a su doncella que vaya a darle la mitad de su escaso capital a los pobres, Violetta relee la carta que Germont le ha enviado: Alfredo está enterado de todo y va a regresar a París, pero ella duda que vaya a encontrarla con vida. Violetta se despide del mundo en el aria Addio, del passato. Una vez más la tradición ha establecido el corte de una de las estrofas (en la que Violetta, de forma bastante tétrica, se refiere a su tumba, que no tendrá siquiera una cruz con su nombre). Versión libre de tijeretazos a cargo de Renata Scotto y Riccardo Muti:

(del canal de oloferne84)
Y, mientras Violetta agoniza, las gentes de París celebran alborozadas el carnaval. Annina vuelve, agitada. Alfredo viene. La alegría parece revivir a Violetta. Él llega y la estrecha en sus brazos: lo sabe todo, le pide perdón y confía en que podrán vivir juntos, felices, lejos de París. Aquí también se ha tendido a meter la tijera, evitando una repetición del dúo. Veamos a Villazón y Netrebko en la famosa Traviata "del reloj" de 2005:

(vídeo de omraamm)
Sin embargo, Violetta está demasiado débil incluso para vestirse. Luego de enviar a Annina a buscar al doctor, se lamenta de morir tan joven y a punto de alcanzar, después de tantos padecimientos, la felicidad. Alfredo trata de calmarla sin éxito. Entran Annina, Grenvil y Germont, que (a buenas horas) se arrepiente de haber exigido a Violetta el sacrificio de separarse de Alfredo. Resignada, por fin, a morir, Violetta le entrega a Alfredo una miniatura suya y le pide que se la regale a la joven que se case con él. Cuando los dolores desaparecen, se cree curada por una especie de milagro, pero en realidad es el fin: cae muerta instantes después. Escuchemos a Virginia Zeani en una función (esta sí, con tijeras incorporadas) de 1960 que tiene detrás su historia; debería haberla cantado Joan Sutherland, que cayó enferma, lo que obligó a Zeani a cantarla sin ensayos previos (hasta el punto de que entró en el teatro preguntando ¿Quién es mi Alfredo?). El vídeo es de CharlotteinWeimar:



1 comentario:

Clave Lírica dijo...

ME GUSTO TU BLOG.
LA TRAVITA ES UNA DE MIS ÓPERAS FAVORITAS PERO NO LOGRO ENCONTRAR VIDEOS DE MARIA CALLAS EN VIVO.

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