En su monumental drama Don Alvaro o la fuerza del sino, Don Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, no incluyó una escena que sea similar a la de la Leonora verdiana en el Acto IV de La Forza del Destino. No hay monólogo para la desventurada eremita, a la que su hermano busca con tanto ahínco, en la creencia de que mejor estará muerta que deshonrada. Veinte veces lo habré dicho. La Forza del Destino es seguramente mi ópera favorita, aunque no la más escuchada. Pese a su irregularidad y pese a que más de uno y más de dos han detestado a personajes como Preziosilla o Melitone. Pese a un libreto que muchos tildan de disparate y que no es sino el leal reflejo de un drama romántico con todos los tópicos posibles. Como aquéllos de los que (cito de memoria) se burlaba Mesonero Romanos porque la acción dura tres siglos y transcurre en toda Europa.
Pace, pace mio Dio sigue siendo un aria favorita de las sopranos. Pocos recitales verdianos hay en los que no se incluya. En esta escena Leonora, pese a los años transcurridos desde su fallida escapada con Alvaro, sigue atormentada por el recuerdo de su amor por el indiano, que tan desastrosas consecuencias tuvo sobre los Vargas. Estas son las cuatro versiones:
LEONORA Pace, pace, mio Dio! Cruda sventura M'astringe, ahimè, a languir; Come il di primo Da tant'anni dura Profondo il mio soffrir. Pace, pace, mio Dio! L'amai, gli è ver! Ma di beltà e valore Cotanto Iddio l'ornò. Che l'amo ancor. Nè togliermi dal core L'immagin sua saprò. Fatalità! Fatalità! Fatalità! Un delitto disgiunti n'ha quaggiù! Alvaro, io t'amo. E su nel cielo è scritto: Non ti vedrò mai più! Oh Dio, Dio, fa ch'io muoia; Che la calma può darmi morte sol. Invan la pace qui sperò quest'alma In preda a tanto duol. (Va ad un sasso ove sono alcune provvigioni deposte dal Padre Guardiano) Misero pane, a prolungarmi vieni La sconsolata vita... Ma chi giunge? Chi profanare ardisce il sacro loco? Maledizione! Maledizione! Maledizione! (Torna rapidamente alla grotta, e vi si rinchiude. Sì ode dentro la scena un cozzare di spade) | LEONOR ¡Paz, paz, Dios mío! La desgracia me hace, ¡ay de mí!, languidecer; después de tantos años, mi sufrimiento es tan profundo como el primer día. ¡Paz, paz, Dios mío! ¡Le amaba es cierto! Y Dios le dotó de tanta belleza y valor, que aún le amo y no puedo borrar su imagen de mi corazón. ¡Fatalidad! ¡Fatalidad! ¡Fatalidad! ¡Un delito nos separa en la tierra! Álvaro, te amo y está escrito en el cielo: ¡no te volveré a ver! Dios mío, haz que me muera; sólo la muerte me devolverá la paz. En vano esperó esta alma la paz entregada a tamaño dolor (Se acerca a una piedra en la que el Padre guardián ha dejado unas provisiones) Mísero pan que a prolongar vienes mi desconsolada vida. Pero, ¿quién llega? ¿Quién profana este santo lugar? ¡Maldición! ¡Maldición! ¡Maldición! (Entra rápidamente en la cueva y cierra la puerta. Se oye el chocar del acero) |
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