martes, 24 de enero de 2012

Hoy en la radio: Iolanta desde el Real (y también Persefone)

La obra de Henrik Hertz (1797-1870) La hija del Rey René alcanzó una notable popularidad durante el siglo XIX, dando lugar a diversas adaptaciones y parodias. En lo que a la ópera se refiere, la de Tchaikovsky es la adaptación más conocida. Pero vayamos por partes. Hertz, que provenía de una familia judía arruinada después de que los ingleses bombarderaran Copenhague en 1807 en un ataque preventivo, creció en casa de un pariente y estuvo, en un primer momento, destinado a la abogacía. Pero él prefirió dedicarse a la literatura. Su mayor éxito, La hija del rey René, obra libérrimamente basada en la vida de Yolanda de Anjou, duquesa de Lorena y de Bar. En realidad, podríamos decir que el personaje, sobre el que han circulado historias mucho más disparatadas, conserva su nombre... y poco más. Nacida en 1428, e hija del rey de Nápoles se casó con Federico II de Vaudemont, con el que tuvo seis hijos. La alianza puso punto final a la rivalidad existente entre René y el padre de Federico. Hertz le atribuyó a la princesa la ceguera y cambió el nombre de su prometido por el más poético Tristán. En cuanto a las historias más exóticas a las que me refería, y completamente ajenas a la voluntad del pobre Hertz, a Yolanda se le llegó a atribuir el rango de Gran Maestre del Priorato de Sión. De tal palo, tal astilla, porque a René de Anjou también lo harían figurar como parte del invento.
Vayamos al argumento: La hija del rey René contaba la historia de la joven princesa, que, ciega desde la infancia a causa de un accidente, vive recluída en un mágico jardín. Su padre, el rey de Nápoles, lo ha querido así, para evitar sufrimientos a Yolanda. Ella no es consciente de su ceguera, porque  nadie puede hablar de luz o de color a la princesa.  De ella cuida un médico moro que ha profetizado que la vista le será devuelta cuando cumpla dieciséis años. Pero para recuperarla, primero debe comprender que es ciega. El rey no quiere romper la inocencia de Yolanda, así que vacila en decírselo. Quien  sí se lo dirá es un príncipe que se cuela en el mágico jardín. Se trata de Tristán de Vaudémont, que por esas casualidades de la vida es el prometido de Iolanta y, por supuesto, no sabe que ella es ciega. El príncipe encuentra a Yolanda sumida en un mágico sueño y se enamora perdidamente de ella. A la princesa le sucede lo mismo, una vez se despierta. La ceguera de la muchacha pasa inadvertida para Tristan, hasta que los dos se despiden y Yolanda le entrega una rosa blanca, en lugar de la rosa roja que él le pedía. Tampoco advierte el príncipe que está hablando con su futura esposa. La confusión de Yolanda después del encuentro es lo que hace que su padre se decida al fin a contarle la verdad, ante el pasmo de la princesa. El milagro se completa cuando Tristan se presenta para pedir la mano de la much.acha que encontró en el jardín. Naturalmente el rey se la concede y Yolanda queda sanada.  
De entre las múltiples traducciones de La hija del rey René, la rusa de Fyodor Miller  es la que nos interesa, ya que da lugar a la ópera de Tchaikovsky Iolanta, estrenada en San Petersburgo en 1892. El libreto lo escribió el hermano del compositor, Modest. Tchaikovsky no sólo conocía la obra de Hertz por haberla leído, sino que había asistido a una representación que le habría conmovido particularmente e inspirado para componer una ópera sobre el tema. Cuando el director del Mariinsky le encargó una ópera en un solo acto y un ballet en dos, llegó la oportunidad. Iolanta se estrenó emparejada con El Cascanueces. Fue la última ópera de Tchaikovsky, que moriría menos de un año después, oficialmente de cólera, aunque las circunstancias de su fallecimiento han hecho surgir diversas teorías. La más difundida - pero no demostrada - es que se le impuso el suicidio para evitar el escándalo a causa de su homosexualidad y de su relación con un joven miembro de la nobleza rusa. Iolanta es una ópera relativamente desconocida, aunque contamos con al menos doce grabaciones discográficas de distinta procedencia. En Spotify, sin ir más lejos, nos podemos encontrar con las grabaciones de Gergiev o Rostropovich, entre otras. También hay almas caritativas gracias a las cuales podemos ver una Iolanta en concierto: aquí, aquí y aquí. Por supuesto todo esto viene a raíz de la retransmisión de Iolanta y la Perséfone de Stravinsky que podremos escuchar esta tarde a partir de las 20:00. Será en directo desde el Teatro Real y lo podremos escuchar por Radio Clásica o por France Musique, emisora que esta tarde hará algo parecido a un "especial Madrid". También podrá verse en el canal televisivo Mezzo.

vídeo de operalover9001

1 comentario:

Blogger dijo...

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