domingo, 20 de mayo de 2012

A vueltas con Anna Bolena: pequeña (y personal) discografía

A raíz de mi reciente obsesión, como contaba semanas atrás, con la reina Anne sans tête  me ha venido el impulso de dar un repaso a la discografía de esta ópera de Donizetti, la primera de la "Trilogía Tudor".  No es un repaso completo, me dejo unas cuantas en el tintero. Por ejemplo, las de Scotto o Gruberova. De paso diré que de esas tres óperas es mi favorita, por delante desde luego de Maria Stuarda - que para quien esto escribe es la hermanita pobre - e incluso de Roberto Devereux. Estrenada en 1830, Anna Bolena quedó durante la primera mitad del siglo XX en el olvido, hasta que fue exhumada, como tantas otras heroínas, por Maria Callas. Desde entonces ha alcanzado una relativa popularidad, siempre dependiendo de que alguna estrella operística haga suyo el papel. Gracias a esa presencia constante -aunque no excesiva - en los escenarios tenemos también unas cuantas grabaciones discográficas. Cuyo recuento, evidentemente, debe comenzar por la protagonizada por Maria Callas.
La grabación en directo de 1957 ha sido editada tanto por EMI como por Myto, entre otras casas discográficas, con una notable mejora de sonido a favor de la segunda.Grabación dominada no sólo por Callas, sino por la otra reina de la función, Giulietta Simionato. La soprano grecoamericana, que no mucho después comenzaría el declive, refleja no sólo todas y cada una de las emociones de la reina, mostrándose melancólica u orgullosa, airada o magnánima. No sólo eso, sino que cumple perfectamente con las exigencias de la partitura, sin añadir notas para la galería - la Bolena carecía entonces de tradición, por fortuna - , ni falta que le hace. Giulietta Simionato encaja a la perfección como la Seymour de esta Anna, con voz bella y homogénea, y, como Callas, más ajustada al estilo de lo que lo está la parte masculina del reparto. Porque Gianni Raimondi, con todo su hermoso timbre y su entusiasmo juvenil, está fuera de lugar y tiende, como tantos cantantes de la época, a cantar a lo verista. Gavazzeni le priva de una de sus arias. Nicola Rossi-Lemeni roza lo insoportable o cae en ello, dependiendo de la buena voluntad y el ánimo del oyente. Me incluyo en el grupo de los que pierden ambas cosas al escuchar su Enrico. Dirige Gavazzeni, que somete a la partitura a una verdadera mutilación. Era entonces práctica habitual entre los directores enmendar la plana al compositor para "hacer más ágil" la acción. Así nos quedamos no sólo sin el aria antes mencionada: también se nos priva de la obertura y de otras escenas.
Un año más tarde y también con Gavazzeni, Anna Bolena se emitió a través de las ondas de la radio italiana. Conservamos la grabación, que, como es lógico, tiene mejor sonido que la de la Scala. Protagonista de este registro editado por varias casas discográficas es Leyla Gencer, otra de las artífices de la "resurrección" de los títulos donizettianos que se habían abandonado en la primera mitad del siglo. De la gran diva turca también conservamos una grabación en directo de las funciones cantadas en Glyndebourne ya en los sesenta - una vez más, con Gavazzeni a la batuta -, también con un sonido bastante tolerable. Gencer siempre resulta una Bolena conmovedora y en estilo... La Seymour vuelve a ser Giulietta Simionato, que repite jugada con su excelente antagonista. Menos bien los caballeros, aunque Aldo Bertocci es mucho mejor que Rossi-Lemeni, para lo que tampoco se necesita, seamos sinceros, demasiado esfuerzo.
Las dos Bolenas completas - o casi -  están donde están por obra y gracia de  DonGaetanoDonizetti, cuyo canal os aconsejo visitar encarecidamente. A menos que no seáis muy donizettianos, claro.
La primera grabación en estudio es muy posterior (1970), pero al menos llegó en una edición bastante completa de la partitura. Dirigida por Silvio Varviso y protagonizada por Elena Souliotis, una de tantas sopranos a las que alcanzó la frase maldita: posible sucesora de Callas. Frase que suele acarrear elecciones equivocadas en el repertorio y carreras meteóricas en cuanto a ascenso y caída... sin alcanzar jamás una verdadera relevancia. Souliotis fue una de las aspirantes mejor dotadas por la Naturaleza para heredar tan pesada carga. Su voz era un instrumento rico y suntuoso, pero el manejo de la misma por parte de la cantante deja mucho que desear. Pese a momentos de gran belleza y personalidad, su Bolena es bastante vulgar y a menudo incumple cualquier exigencia de coloratura, por elemental que esta sea. Los aficionados nos lamentaremos eternamente de que el triunvirato de Decca no estuviese presente en esta grabación. En el lado positivo nos encontramos a Horne y a Ghiaurov, aunque este último no llegue a los niveles de un Enrique posterior, Samuel Ramey. Tal vez  - no, sin tal vez - Bonynge le hubiera sacado más partido. De Souliotis tenemos también alguna grabación en directo que no contribuye a mejorar mi opinión al respecto.
Dos años más tarde llega otra Bolena en estudio, esta vez bajo la batuta de Julius Rudel y con Beverly Sills a cargo del papel titular. Amén de la mejor Seymour posible: Shirley Verrett. Parecerá contradictorio teniendo en cuenta lo apuntado más arriba sobre la afortunada ausencia de tradiciones tiránicas en Anna Bolena, pero esta ha terminado por convertirse en mi grabación de cabecera. Sills suple las carencias de una voz no adaptada al papel - demasiado ligera - con agudos y variaciones sin fin, además de un nada despreciable talento dramático. Ya he dicho que la Seymour de la Verrett es probablemente la mejor que podemos encontrarnos, seductora y elegante, y además muy compenetrada con Bubbles. El resto... modesto  el tenor y difícilmente soportable, una vez más, nuestro Enrique. La edición es virtualmente completa - aunque en teoría sólo existe una integral de la partitura, la de Dynamic - y Rudel aporta una gran tensión teatral. Problema: a título personal, encuentro insoportable la presencia de efectos especiales, muy de moda por aquel entonces. Como por ejemplo las campanas, cañonazos y vocerío que acompañan la procesión triunfal de Enrico y Giovanna fuera de escena. Escúchese a partir del minuto 02:17:

(vídeo de primohomme)

Volvemos al directo con la grabación de la Scala protagonizada por Caballé. Y aquí será inevitable hablar del jaleo que aquella noche de 1982 se formó en el venerable teatro. Después de la cancelación - en el último minuto y culminada en altercado con la policía de por medio - de las primeras funciones a causa de la indisposición de la soprano y de la sustituta prevista, se afilaron bien los cuchillos a la espera de su reaparición. A eso hay que añadir el fenómeno - que parece autóctono - del viudismo, y es que Bolena aún era, para cierto sector del público, uno de los papeles vetados para cualquier soprano que no se llamase Maria Callas. La hora de la venganza para todos ellos sonó en el recitativo previo a Al dolce guidami, justo en la frase L'altare infiorato, como puede escucharse en este vídeo que también recoge la ovación siguiente al aria, que Caballé canta maravillosamente:
Elena Obraztsova es una Giovanna Seymour de escasa sutileza y menor refinamiento, con notables problemas en lo que a la coloratura se refiere. Tampoco alcanzan gran relieve los dos cantantes masculinos: volvemos a encontrarnos a Plishka, que acumula los defectos de su grabación de estudio a los diez años de decadencia. Patanè no corta tan salvajemente como su antecesor en la producción Gavazzen, pero su dirección no me parece demasiado destacable. Después de esta función, Caballé se marchó y acabó cantando en su lugar Cecilia Gasdia, que vio catapultada su carrera. De Gasdia también existe grabación, que puede escucharse aquí, aquí y aquí.
Como decía antes, el encuentro de Sutherland con Anna Bolena vino demasiado tarde para la Stupenda.Concretamente en 1984, en las postrimerías de una carrera durante la cual había afrontado bastante temprano papeles tanto o más temibles que el de la reina decapitada, léase Norma. De esos años nos quedan una función escenificada y otra en concierto. Posteriormente, en 1987, Sutherland graba el papel en disco para su casa de siempre, la Decca. A la batuta, naturalmente, Richard Bonynge. La voz ha perdido casi por completo la ductilidad, y la maravillosa facilidad en el agudo que la habían caracterizado. La pronunciación sigue siendo discutible. Quedan rastros del antiguo esplendor, pero son pocos. Una vez más, como si fuera un leitmotiv, qué pena que Sutherland no fuese la protagonista de la grabación de Varviso. En realidad, para mí los mayores puntos de interés en este registro son el Enrique de Samuel Ramey y la dirección de Richard Bonynge. El primero huye de exageraciones, es un verdadero rey, majestuoso y enamorado de Giovanna, autoritario y terrible sin gritar como un energúmeno en sus enfrentamientos con Anna. De menor relieve tanto la Seymour de Mentzer como el Percy del malogrado Hadley.
vídeo de primohomme

4 comentarios:

Pablo dijo...

¡Qué alegría que hayas rescatado tu sección de discografía! Y además con una ópera a la que me interesa hincarle el diente, Nina. Muchas gracias por esto.

Anónimo dijo...

Mi nombre es David González.

Quisiera dejar mi humilde aportación a esta sección de su blog.

Tengo la fortuna de no ser fan de ninguna cantante y gustarme la ópera, siempre servida por las mejores voces.
Tengo un amplio gusto y lo mismo me puede gustar la Amina de Callas como la de Dame Joan Sutherland. Lo que le falta a la una, le sobra a la otra y al revés.
En Anna Bolena 3/4 de lo mismo. Tenemos a Callas que la cantó muy muy pocas veces, ni tan siquiera formó parte de su repertorio como Norma o Medea. Fue algo esporádico. Esto para empezar. Luego viene su adecuación vocal y su interpretación y he de decir que en el terreno estrictamente vocal la callas se le nota no del todo segura en el extremo agudo ( no estamos ante la Callas de inicios de los cincuenta). Tenía además una voz no homogénea como Gencer, soprano que en este personaje lo prefiero ya que muestra una pureza de sonido en aquellos finales de los cincuenta que luego perdió y que viene bien a este personaje.

En el terreno interpretativo es donde yo modestamente me revelo ante los lugares comunes y frases repetidas del estilo de: " muy buena interpretación de x cantante pero siempre detrás de Callas" o "interpreta bien pero con la influencia de Callas"...No. Primero que para la hora de valorar las interpretaciones no es tan sencillo como valorar la correcta emisión de un trino. En este sentido, en el aspecto dramático, la Sills con sus agudos extras y su voz que era la mitad de la de Callas, compone un MONUMENTO EXPRESIVO como no hay otro en el siglo XX. En el plano expresivo puede mirar con toda tranquilidad de tú a tú a Callas y Gencer o Scotto, ya que cada una de las cantantes mencionadas no copias a la griega, simplemente son expresivas como ella, pero cada una con su propia expresividad.
No estamos ante una Medea o quizás Norma, donde Callas reinó en solitario o casi. No, aquí no.

Lance Uttridge dijo...

ANNA BOLENA - MITOS Y VERDADES (PARTE 1)
Hola mi nombr es Lance Uttridge (Dr. en Musicología)
Al hablar de María Callas, creo que deberíamos tener en cuenta que fue la única soprano sfogato del siglo en que vivió, muchos críticos y musicólogos, dijeron tras haber leído lo que fue en épocas pasadas una soprano sfogato, que María Callas había nacido en el Siglo equivocado.
Por fortuna nació, en este siglo, en un momento donde la Ópera estaba muriendo y ella le insufló aire de vida, y la hizo renacer, como el Ave Fénix resurge de sus propias cenizas, y hasta se dio el lujo de exhumar título que no sé cantaban o que habían caído en el olvido.
Además, debemos recordar que cuando Callas debuta en la Arena de Verona en 1947, con La Gioconda, no era su debut profesional, ya antes estando en Grecia había cantado aproximadamente 15 años, así que a los que dicen que la carrera de Callas fue demasiado corta, a leer un poco de historia, acaban de sacar un libro con todo el detalle de Óperas, elencos, fechas y cantidad de funciones que la Callas realizó en Grecia.
Entonces, perdón a la dueña o dueño del Blog Nina la Pazza, hablar que no estaba lejano de su declive es como un poco de mal gusto, aunque lo sepamos, recalcar ese hecho me parece burdo.
Está claro, que más que admirar a Callas, admirabas a la otra reina de la función que fue Giulietta Simionato, que las voces de Callas y Simionato se unían de manera soñada en dúos, eran voces muy compatibles.
Y por un momento al hacer una reseña de la grabación de Callas dice: "sino que cumple perfectamente con las exigencias de la partitura, sin añadir notas para la galería - la Bolena carecía entonces de tradición, por fortuna".
Callas no solo cantó la partitura magníficamente, sino que además al final de la stretta del concertante "Giudici ad Anna", lo coronó con un excitante Re natural, no escrito por el Compositor.
El aria final de tenor se suele cortar por razones de tiempo y porque en realidad, es un aria que Donizetti había escrito para el tenor que la debutó, no tenía intención de que formase parte de la partitura, pero dado el éxito de la noche del debut, Donizetti decidió dejar que formase parte de la partitura habitual.
Leyla Gencer, conocida como la turca, si bien era poseedora de una técnica vocal asombrosa, se dejaba llevar por "turcadas" (es decir, innecesarios trucos como quiebres de voz, que no eran reales sino provocados con el solo propósito de sorprender, golpes de glotis) y siempre a su falta de carisma como actriz estuvo a la sombra de la Callas.
Y si bien, la dueña del Blog dice: Elena Souliotis, una de tantas sopranos a las que alcanzó la frase maldita: posible sucesora de Callas (no es así María Callas, le había hecho entrega de la corona de laureles como su sucesora en Norma), pero no la declaro su sucesora en todo su extenso repertorio.
Souliotis: cantaba normalmente Luisa Miller, Loreley, Desdémona (Otello de Verdi), Minnie (Fanciulla del West) y algunos roles de Callas, pero la mayoría no lo era.
Su Anna Bolena, la grabó en un estado absurdo de la total falta de consciencia de la técnica necesaria para afrontar dicho rol hasta la mínima fioritura, ella desconocía como ejecutarlos correctamente.
En su cabaletta: "Non va sguardo", luego del aria: "¡Come innocente giovanne!”, en las palabras …¡deh! Non lasciarti lusinghar", los oídos te duelen dadas las desafinaciones (sobre todo a lo que tenemos oídos absoluto.
Ahora, la voz de Beverly Sills (Bubbles), decir que, por ser una soprano ligera, suple el dramatismo necesario con agregados sin fin, y que es tu favorita.

Lance Uttridge dijo...

ANNA BOLENA - MITOS Y VERDADES (PARTE 2)
No llega un momento en que te duele la cabeza, por el absurdo exceso de variaciones que eso se transforme en tu grabación de cabecera.
Sills convirtió a la Anna Bolena donizettiana, en un fenómeno de circo, porque de un aria que normalmente: (esto es solo un ejemplo) tenga 57 notas y en la versión de Sills tenga 1020 notas, eso ya no son agregados sino deformar la partitura de acuerdo a tus propias posibilidades vocales, es decir que quien hoy escucha a Sills y luego a Callas, y que no saben leer música y ni tienen la partitura.
Dirán María Callas y por eso era tan famosa por eliminar kilos de escalas ascendentes y descendentes, eliminar trinos, gruppetti, y todas clases de adornos.
Vieron que el cine de Hollywood dice que es el mejor del mundo, al menos técnicamente hablando, por la maravilla de sus efectos especiales, bueno Beverly Sills, en eso convirtió a la Ópera en general, en un show de efectos especiales.
Si escuchan la grabación del aria de Amina de La Sonnambula, cuando luego del todo el pasaje florido y antes del sobreagudo final, Sills hace parar la orquesta, literalmente se detiene, y ella partiendo del grave hace escalas ascendentes que le llevan al Mi bemol, y si te dedicas a escuchar ese Mi bemol, notarás que no tiene cuerpo, no tiene casi volumen (y eso que es grabación de estudio).
Lo mismo sucede con el sobreagudo no escrito por Verdi, en la cabaletta que sigue al "Santo de Patria", que lo grabó Sutherland (genial) y Sills (un sobreagudo insípido perdido en medio de la orquesta).
Recién a partir de 1972 y 1974 los sobreagudos de Sills tomaron cuerpo, al igual que su iniminente declive vocal (está puesto a propósito).
Perdón, pero hablar del viudismo (aparte de donde inventaste esa palabra), porque para parte del público de la Scala, los papeles de la Callas estarían vetados para cualquiera que no sea María Callas.
El público de 1957 probablemente ya estaría muerto o serían extremadamente ancianos para acudir a abuchear a la Caballé. Cabblé se mereció los abucheos de esa noche, y "L'altare infiorato", en el cual la soprano debe alcanzar un Do agudo, se le abrió dando parte a un gallo, como en cada Do agudo que quiso cantar esa noche, y no solo le pasó en la Scala, ese año también la cantó en el Liceu con Alicia Nafé y también da una serie de gallos que podríamos llamar de colección.
Estoy de acuerdo con el Sr. David González: No estamos ante una Medea o quizás Norma, donde Callas reinó en solitario o casi. No, aquí no.
Y no de acuerdo cuando dice: que la Sills construyó un monumento expresivo (totalmente fuera de lugar, Sills era expresiva en su propio terreno como "La balada de Baby Joe") y sus graves que parecían por las grabaciones ser corpóreos y fuertes, en el teatro en vivo, eran inaudibles, la verdad de la cuestión es escuchar en el cantante en el vivo, las grabaciones son ficticias, no tanto en la época de Callas, que grababa en iglesias, salvo casi al final grabó en estudios de EMI la última TOSCA y CARMEN.

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