Un día después de que muriera su tocayo Franco Corelli, dejó el mundo este excéntrico, enorme (en lo bueno y en lo malo), loquísimo cantante al que sin embargo queremos. Para que os hagáis una idea de las excentricidades de Bonisolli, baste este momento liceístico que podéis escuchar más abajo: Bonisolli la pifia en el dichoso agudo-no-escrito-pero-lo-damos-que-es-aplauso-seguro, lo que le acarrea un conato de abucheo. A la hora de saludar, da el agudo a capella para demostrar que puede. Para chulo, él... Genio y figura, el amigo. Debo el descubrimiento al tertuliano Tucker.
Y por supuesto, una pequeña maravilla que he descubierto gracias a Arsace: Rachel, quand du Seigneur, cantada por este señor así de bien.
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