domingo, 15 de junio de 2008

Mitos irrenunciables: Anita Cerquetti

Anita Cerquetti tuvo una carrera breve, demasiado breve. Eso es lo primero que todo aficionado descubre sobre ella, tras el descubrimiento de su asombrosa voz, claro está. En mi caso ese descubrimiento tuvo lugar gracias a un Vissi d'arte bajado de la red por puro azar. Lo mismo que sucedería no mucho más tarde con Antonietta Stella.
La Cerquetti fue uno de esos prodigios que se pasearon por los escenarios operísticos de los años 50, donde no sólo existían Callas y Tebaldi... Nacida en 1931 en Montecosaro, cerca de Macerata, en sus primeros años no estudió canto, sino violín. Pero la prodigiosa voz de Anita ya había llamado la atención de uno de sus profesores en el Conservatorio. O, según cuenta otra historia, cantó a los dieciséis años en la boda de una amiga, boda a la que asistía también un miembro de la orquesta del Teatro San Carlo de Nápoles, que le aconsejó que estudiara canto... Sea como fuere, el caso es que Cerquetti se inscribió en el Conservatorio Francesco Morlacchi de Perugia, estudiando con Aldo Zeetti. Le bastó poco tiempo para "pulir" su voz. Su primer concierto como solista tiene lugar en 1949, en Città di Castello. En 1951 (luego de haber participado en diversos concursos) hizo su debut como Aida en Spoleto. En julio de 1952, en el Teatro Nuovo de Milán, cantaría la Leonora del Trovatore. Los críticos alababan la poderosa y límpida voz, pero Anita distaba mucho de ser una estrella... No dejó de lado su formación y siguió estudiando para perfeccionar su técnica. Aida, finalmente, sería el papel con el que debutaría en la Arena de Verona en 1953. De todas maneras, los teatros importantes seguían sin hacer demasiado caso de la Cerquetti. Si exceptuamos a Florencia, claro, que siempre le prestó gran atención... Tampoco fue una asidua de las discográficas. La única grabación comercial de una ópera que grabó Cerquetti fue La Gioconda para Decca, con Del Monaco y Simionato, además de un recital para la misma compañía londinense. Se conservan, eso sí, grabaciones de Ernani, Un Ballo in Maschera, La Forza del Destino (Verdi), Gli Abencerragi (Cherubini), Norma (Bellini)... La sacerdotisa gala sería uno de los papeles más habituales de Cerquetti, y también el que la llevaría a los titulares... Aunque con una pequeña ayuda externa. En 1958, y en presencia del Presidente de la República, Maria Callas, que estaba cantando Norma en Roma, abandonó la función tras el primer acto. En realidad, Callas estaba enferma y no se sentía capaz de continuar, aunque eso no se supo hasta mucho después y en su momento fue tomado como un capricho de la Divina. En todo caso, fue Anita (que estaba cantando Norma en el San Carlo de Nápoles) la que sustituyó a la Callas, cosechando un gran éxito. No mucho después, recibía una invitación de la Scala. Allí cantaría la Abigaille de Nabucco en junio; posteriormente rechazó un contrato que Rudolph Bing le ofreció para cantar en el Met. En 1959 diversos acontecimientos afectaron profundamente a la soprano: la muerte de su padre y de su mentor Zeetti. Paulatinamente se retiró de los escenarios, hasta su desaparición de estos en 1961.


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