Un día como hoy murió Gaspare Spontini, el compositor de La Vestale y de otras obras aún menos conocidas como Fernand Cortez, Olimpia o Agnese von Hohenfstauffen (por no hablar de Milton, Julie ou le pot de Fleurs, etc, etc). Hace ya bastante tiempo hablaba de él por aquí. Había nacido en 1774 en Maiolati (Maiolati-Spontini actualmente); en 1851 abandonaba este mundo precisamente en su tierra natal. Sus biógrafos nos dicen que el deseo de la familia (una familia humilde) hubiera sido que entrase en religión, y a tal efecto lo enviaron a casa de su tío. Aunque llegó a entrar en el seminario, no estaba destinado al sacerdocio. Se las arregló para vencer la resistencia paterna y entrar en el Conservatorio della Pietà dei Turchini, en Nápoles (donde había otros tres). Compuso su primera ópera a la edad de diecisiete años y dejó el conservatorio no mucho después, llamando la atención de un empresario romano para el que compuso una ópera cómica estrenada en la Ciudad Eterna en 1796: Le puntiglie delle donne. La cosa fue bien, y le valió ser readmitido en el conservatorio. También, y lo que es más importante, le trajo nuevos encargos.
En 1803 se estableció en París, entonces bajo el Consulado. Se convertiría en uno de los músicos favoritos de la corte imperial, principalmente gracias a la emperatriz Josefina, que fue para Spontini lo que Maria Antonieta para Gluck: un valiosísimo apoyo. Gracias a la voluntad de la soberana se vencieron parte de los obstáculos que rodearon la creación y el estreno de la obra más célebre de Spontini, La Vestale (así que gracias y mil veces gracias, Su Majestad, en nombre de los que amamos apasionadamente esta ópera), que en 1810 recibiría un premio especial como la mejor ópera compuesta en el decenio; y eso que había empezado mal su andadura, con un libreto que rechazaron unos cuantos compositores antes de caer en manos de Spontini, y con la oposición a su estreno de la Academia de la Música. También bajo auspicios imperiales (esta vez directamente por orden de Napoleón) compondría Spontini Fernand Cortez. El compositor no dejó París inmediatamente después de la caída del Imperio; allí estrenaría Olimpia (1819), que no fue demasiado exitosa. Aceptando la invitación de Federico Guillermo III, se estableció en Berlín, donde entre otras cosas estrenó Agnese von Hohenstaufen, la que él consideraba como su obra maestra (a pesar de que, también según él, la obra que más le habían copiado era, una vez más, La Vestale) Wagner (al que Spontini le dijo «¿Cómo quiere V., pues, que haya nadie que pueda inventar algo nuevo, cuando yo, Spontini, declaro que no puedo de ninguna manera superar á mis obras precedentes, y cuando sé, por otra parte, que después de La Vestal no se ha escrito una nota que no fuese robada de mis partituras?» ) dejaría unos escritos sobre Spontini, al que trató bastante durante su etapa en Dresde. Después de Berlín (muerto ya Federico Guillermo) y de Dresde, nuestro compositor pasó a Inglaterra y de nuevo a la Francia que había visto su época de esplendor, para volver, por fin, a su Italia natal.
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Para disfrutar de su música no tenéis que moveros de aquí. El orden deja mucho que desear, pero no lo he elegido yo, sino goear, que es así de caprichosillo.
Y como diría aquel, no se vayan todavía; aún hay más:
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