No había planeado quedarme a ver la Traviata de Aix - que podéis ver íntegramente en la página del canal Arte. Si la conexión radiofónica no hubiese fallado estrepitosamente dejándome con Guillermo Tell a medias - justo después de Sombre fôret - me habría quedado tranquilamente con Pappano y los suyos, que además me estaban convenciendo más que en su grabación oficial. Pero, cosas que pasan, acabé viendo una Traviata que ya había seguido una semana antes por radio... y que había encontrado de un nivel bastante flojo. Ver la retransmisión de Arte no ayudó, al contrario. La verdad, no entendí la producción. Al principio me las prometí muy felices: aquéllo parecía un uso más del teatro dentro del teatro. Y Violetta no una cortesana tísica, sino una diva de la escena, algo ajada - y tal vez con problemas con el alcohol- pero aún célebre; los invitados de Flora, parte de la compañía. Alfredo... su brindis, nervioso y tímido, parecía una audición de un actor joven, novato, deslumbrado por la estrella Dessay. Luego llegó el segundo acto y dejé de encontrarle sentido a las cosas. Aunque un par de detalles me gustaron, al resto no le encontré ni pies ni cabeza. Por cierto, lo de quitarse los zapatos antes de la escena del Acto I fue una genialidad de Visconti. De los que han venido detrás... pues no.
Y pasando a lo importante, Dessay. Como decíamos por aquí, es la Violetta que debe cantar en el Met la próxima temporada. La francesa es una cantante a la que he admirado mucho, pero su estado vocal no auguraba nada bueno sobre esta Traviata. En otros tiempos tal vez habría firmado un Acto I estratosférico. Además, existe una larga tradición interpretativa de Violettas de voz ligera que luego se las apañan con sus otros dos actos. Ayer - y el día de la retransmisión por radio tuve la misma impresión - ni siquiera eso. Las dificultades fueron notables, y la voz casi se quebró en dos frases consecutivas de la segunda estrofa de Ah, fors'è lui (concretamente en candido e trepido desire), para luego coronar Sempre libera con el tradicional mi, algo forzado, pero mejor que el día de la radio. È strano, que diría la otra: lo mejor de la función, en lo que a Dessay respecta, llegó con el dúo Violetta-Germont. En parte, porque allí estaba Tézier. En el acto III, la lectura de la carta precedió a un Addio, del passato bastante apurado. Todo rodeado de gestos que perdían su eficacia cuando se volvían más exagerados. Por ejemplo, no entiendo a qué venían los signos evidentes de locura justo antes de la entrada de Alfredo (tercer acto).
Alfredo era Charles Castronovo. La voz resulta agradable, y al lado de la quebradiza de su compañera resulta fresca... pero lo veo carente de seguridad y de momento es un intérprete que no me dice gran cosa. Por desgracia para él, volvió - como el día de la radio - a optar la variante tradicional, léase con Do no escrito - y hortera- , de O mio rimorso. La nota salió, nuevamente, insegura y temblorosa. La verdad, no entiendo este sometimiento del cantante a la tradición, por encima de las capacidades vocales de cada cual. ¿Cuándo superaremos esa actitud tan encorsetada? El resto estuvo mejor, aunque no ha dejado gran huella en mí. La dirección de actores resalta - aunque con el libreto en la mano resulta más que evidente - que Alfredo es el lado débil de esta pareja.
Tézier me pareció el mejor de los tres protagonistas. Resultaba curioso que pareciera más joven que su hijo en la ficción. Como he dicho más arriba, su dúo con Violetta resultó lo mejor de la noche. Me gustaría que matizase un poco más, la maravillosa Di Provenza me pareció un tanto monocorde. Aun así estaba a un mayor nivel que Castronovo y Dessay. La dirección de escena, otra vez, tiene detalles curiosos, como la presentación del personaje - lo vemos por primera vez cuando va a dejar una tarjeta sobre un ramo de flores que Alfredo había entregado a Violetta... ¿insinúa una posible rivalidad entre padre e hijo? -y a mí por otra parte me encantan los Germont que no parecen partepiernas.
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Bien los secundarios - entre los que me sorprendió encontrar a... ¡Adelina Scarabelli como Annina!- y el coro. Y queda Langrée, que no hizo nada demasiado destacable, proporcionando un acompañamiento bastante plano y poco más, tendiendo a la lentitud en sus tempi. Como él mismo declaró durante la entrevista en el intermedio - bastante más corta que en la retransmisión radiofónica de la semana pasada - se trataba de la primera vez que dirigía La Traviata.
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