martes, 14 de octubre de 2008

Puccini y la Fanciulla del West... Los orígenes

Como en el caso de Madama Butterfly, Puccini se basó en una obra teatral de David Belasco, del que ya se habló en ocasión de la tragedia japonesa. Recordemos las palabras del dramaturgo norteamericano sobre que era "imposible decirle que no a un italiano que llora colgado de tu cuello". El drama de Belasco, The Girl of the Golden West, era lo suficientemente conocido como para que el acuerdo que Puccini alcanzó para estrenar una ópera en el Metropolitan sobre la misma temática se abriera paso hasta las páginas del New York Times. El compositor había estado en Nueva York en 1907, y que se pagasen cantidades exorbitantes por simples autógrafos (¡quinientos dólares por un Vals de Musetta!) le dio una idea de su popularidad en el Nuevo Mundo. A cambio de otorgar la ópera al Met, le esperaban a Puccini ocho mil dólares. Al contrario que Butterfly, Minnie es una heroína de voluntad firme, necesaria en el mundo masculino que la rodea. En la obra de Belasco, no se la llama de otra manera que "the Girl", la Chica, una de las pocas mujeres presentes en el diminuto pueblo minero de Cloudy Mountain y (como en Puccini), la dueña del Polka Saloon. Belasco sitúa la acción en la California de 1849 y narra el amor entre la Chica y Ramérrez (sic), un personaje al que la protagonista conoce durante una visita a Monterrey, tras una corrida de toros (sí, en serio). Ramérrez, hijo de un hacendado mejicano y de una estadounidense, sigue a la muchacha durante parte del viaje de regreso a Cloudy Mountain. Al volver al rancho, Ramérrez asiste a la muerte de su padre, que le confiesa que durante todos esos años ha llevado una doble vida; odia a los estadounidenses, causa de su desgracia y de la muerte de su único hermano, por tanto durante mucho tiempo ha sido un bandido y ha tomado por su cuenta lo que los "gringos" (tal cual lo reproduce Belasco) le han quitado. Ramérrez jura seguir sus pasos y continuar su venganza, y así se transforma en bandido, el bandido Ramérrez, o como sus hombres lo llaman, "el Maestro", también conocido como "Dick Johnson". A partir de aquí, las cosas se desarrollan más o menos como en la ópera de Puccini, con las obligadas diferencias que la concisión de una ópera implica. La Fanciulla... tuvo tres actos, no cuatro como su fuente inspiradora (el cuarto acto de Belasco tampoco era necesario, ya que se dedicaba a esbozar la vida de los dos protagonistas una vez habían superado los peligros y su partida de California...).

No mucho después de su viaje a Nueva York, Puccini pidió una copia del drama de Belasco; a finales de julio de 1907, encargó su reducción a forma de libreto a Carlo Zagarini, trabajo al que posteriormente se une Guelfo Civinini. Como siempre, Puccini se inmiscuye decisivamente en la elaboración del texto: si a comienzos de 1908 éste se hallaba satisfecho del resultado y lo calificaba como "un libreto bellísimo, que todavía debe pulirse", no mucho más tarde hablaba desalentado de los "pastiches" de Zangarini (quien, por su parte, diría -y no era el primero- que el libreto era mucho más de Puccini que suyo). Tristes circunstancias (todo el triste asunto de Doria Manfredi y su trágico final) retrasan la creación de La Fanciulla..., que se retomó en agosto de 1909. No mucho después del exitoso estreno (cuarenta llamadas a escena, ovaciones sin fin, ditirámbicos titulares en la prensa), un orgulloso Puccini la definía como "la mejor de mis óperas".

1 comentario:

Faria dijo...

La Fanciulla es una de mis asignaturas pendientes de Puccini. Voy a aprovechar que tengo tiempo libre y que está incluída en el pack de Puccini que editaron hace poco para escucharla. A ver qué tal. :)

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